Justicia cara y tardía

Muchas personas critican a las víctimas de violencia doméstica cuando desestiman una querella contra su agresor. Ignoran el círculo de violencia, las implicaciones sociales y económicas de la situación. Se ignora también a una sociedad que apoya muy poco y casi siempre culpa a la mujer de su suerte. Además oculta lo que significa económicamente para una mujer, para una familia pobre pasarse el día en audiencias y entre pasillos del Palacio de Justicia.

Si la justicia llega tarde no sirve de nada. Y eso pasó con Miguelina en Pueblo Nuevo. El asesino de aquella joven madre de cuatro niños está preso. Pero ella yace en una tumba y sus hijos huérfanos, sin madre, sin padre, viviendo a la buena de Dios.

En República Dominicana la justicia es cara y tardía. Y esto afecta mucho más a la gente pobre que termina abandonando los casos por cansancio, desencanto y falta de un par de pesos para trasladarse y hasta para comer alguito entre una audiencia y otra.

La lentitud de la justicia la han padecido los familiares de los choferes mandados a asesinar por una red de sicariato que comanda -según el Ministerio Público- el apresado Arsenio Quevedo de la Unión Nacional de Transportistas y Afines (Unatrafin). Las evasivas del sistema de justicia aplazan y dilatan el proceso que se lleva contra los acusados.

Lo mismo ocurrió en Santiago, pues hubo que esperar 25 reenvíos y casi ocho años para condenar de manera incompleta a parte de los acusados de fraude millonario, lavado de activos y tráfico de armas en perjuicio de la Dirección General de Aduanas. De seis acusados (hijos de funcionarios, dirigentes del PLD y parientes de legisladores) solo condenaron a tres. Libres y riéndose con la muela de atrás están Héctor García Ortega, Herald Estévez Peña y Miguel Lazala. Y la mejor de las perlas: ®los jueces del tribunal criticaron a Aduanas, pues no colaboró para establecer las sanciones a las personas involucradas en el caso®. Insisto, si la justicia llega tarde no sirve de nada.