Un proyecto para realizar los sueños

La educación cambia vidas, como dijo Paulo Freire, “La Educación no cambia el mundo, cambia a las personas que van a cambiar el mundo”. Pese a esa realidad, la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO), estipuló en un informe que la República Dominicana se encuentra en la posición 146 de 148 países con baja calidad en la educación.

Con esta premisa, existe una organización que ha trabajado para erradicar esta realidad. En medio de las hermosas playas y el ambiente turístico de Cabarete se encuentra “Dream Project”, una institución que trabaja en el sueño de aportar una educación de calidad para los niños, niñas y jóvenes, de sectores vulnerables a la pobreza, involucrando a sus familias y comunidades en el desarrollo de estrategias educativas.

“Dream Project” crea y amplía programas educativos que sirven a más de 6 mil niños, niñas y jóvenes en 15 comunidades en todo el país, con su principal enfoque en la zona norte. Esos proyectos buscan ofrecer una educación de calidad para los beneficiados, logrando desarrollar y potenciar sus talentos para combatir los efectos de la pobreza, en colaboración con los padres, a los cuales se les involucra de manera activa. A las comunidades también se les ofrecen herramientas para su enriquecimiento y empoderamiento en la enseñanza a sus futuros miembros.

Paso a paso

Un sueño que nació en 1995, pero que se formalizó en 2002, “Dream Project”. Sus primeros pasos fueron apadrinar escuelas locales en Cabarete; con la construcción de salones de clase, bibliotecas, laboratorios de informática y modernos baños en estos centros, para brindar un espacio productivo y acorde con una enseñanza cualitativa para los estudiantes a los que arropan bajo sus alas.

Estrategias del camino

Con programas para la primera infancia, como Montessori, aprenden la alfabetización, habilidades sociales, el pensamiento crítico y emocional, para brindarles la oportunidad de tener éxito en la escuela básica y secundaria. Además les proporcionan estrategias a los padres para potenciar el aprendizaje adquirido en el hogar y los envuelven en el trato escolar, ya que los progenitores deben cumplir unas horas de voluntariado mensual.

“Ellos vienen por la mañana a ayudarnos con el desayuno o la merienda, y también tienen diferentes reuniones durante el mes, así pueden escuchar lo que está pasando con el programa. Hacen preguntas y aprenden diferentes estrategias para involucrar lo aprendido por los infantes, una vez están en la casa”, explicó Molly Hamm, directora asociada de la fundación.

La Fundación hace visitas domiciliarias a las familias con el propósito de conocer el ambiente en el cual crecen los infantes. El objetivo es identificar las metas que buscan los padres y madres para los infantes, y así plantear formas de apoyarlos. Para la educación básica se centran en el estudiante, para conseguir que los menores no deserten de las escuelas y desarrollen habilidades educativas que les ayuden a tener éxito en el futuro.