Así avanza la humanidad

Corría el año 2000. Todos estaban escuchando las campanadas en Union Square y yo estaba pensando en mi nuevo producto y cómo lo llevaría a Argentina. Pero todos se reían de Pilates. “Mire, le quiero ser honesto, el Pilates este no está mal, pero, debo aconsejarle que no lo presente como un acondicionamiento físico- mental completo porque no lo es”, me dijo un médico deportólogo muy conocido. Debo admitir que tenía razón. A Pilates le falta el elemento aeróbico. Tiempo después, cuando diseñé Tangolates me llamó por teléfono. “Ahora sí, señora -me dijo- ahora sí la felicito”. Para fines del año 2004, principios del año 2005, yo ya veía que el mercado se estaba saturando. Había Pilates por todos lados. Era momento de saltar a otra cosa. Pilates tuvo su momento de gloria, pero la historia continúa. Por más bueno que sea un producto, las cosas evolucionan. “Así se escribe la historia…”, decía Lala, mi abuela. Cuando llegué a Estados Unidos, a un congreso masivo de Pilates en California, me vinieron a ver unos jóvenes instructores que habían visto mis estudios en México. “¿Qué nos trae de nuevo Tamara?”, me preguntaron. Los miré detenidamente. Eran jóvenes y tenían muchas ilusiones y ganas de prosperar. “¿De dónde son?”, les pregunté. “De New York”, me contestaron al unísono. Sentí una mezcla de orgullo con tristeza, porque me vi a mí misma años atrás, ilusionada, ingenua, crédula. Pero hoy sé que todo eso es parte de esta carrera. “Escuchen bien -les dije- voy a decirles algo que decía mi abuela Lala: Así se escribe la historia… ¡y así avanza la humanidad!”. No hizo falta decir más. El que no innova se queda atrás.