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Cambio climático en Sudáfrica
Sudáfrica es el país más contaminante del continente africano. Lo que es normal, dado que es el más industrializado. Aun así, es una minucia si se compara con los países occidentales o China, los más contaminantes del planeta. Con la campaña orquestada por diferentes asociaciones cívicas y partidos políticos por la cumbre de Copenhague, el pasado año, una ONG invitó a Mary Robinson, ex presidenta de Irlanda, al arzobispo Desmond Tutu y a otras personalidades a acompañar a un grupo de agricultores de diferentes países africanos a que explicaran cómo el cambio climático, del que no son responsables, les estaba arruinando la vida y condenando a la miseria y el hambre. Mary tuvo una intervención en Ciudad del Cabo de la que recuerdo: “Ya es hora de que dejemos de preocuparnos por los osos polares y empecemos a pensar en los seres humanos”. No era la primera vez que lo decía, que en otro foro dijo: “La imagen del cambio climático es el oso polar. Me gustan los osos polares, pero es una imagen incorrecta. La imagen es la del agricultor pobre, que es una mujer y que está desesperada”. Lewis Pugh, un nadador británico al que le gusta sumergirse en el Polo Norte, corrigió a Robinson: “No hay que olvidar a los osos polares, si ellos sufren por el deshielo, nosotros también sufriremos, formamos parte del mismo sistema”. Tutu tuvo una intervención similar. Los agricultores, procedentes de Kenia, de Malawi, de Uganda, de Mali, explicaron terribles situaciones causadas por lluvias torrenciales, sequías prolongadas, erosión de la tierra, falta de pastos, impotencia por no saber qué o cuándo plantar, desforestación como único recurso para sobrevivir. Duro, demasiado duro para el acuerdo de mínimos exiguos obtenidos en Copenhague.