PRESENCIA DOMINICANA

Béisbol en el Vaticano

Una novedosa condición tiene el Papa Leon XIV, antes Cardenal Robert Francis Prevost, es fanático del béisbol. Ya el anterior, Francisco I, había manifestado su intenso amor por el fútbol.

Cristianismo y deporte han ido de la mano históricamente, sus motivos son similares, ayudar a desarrollar un mejor ser humano. Especular sobre que influyó en el pensamiento de Alexander Cartwright para crear las reglas que produjeron el deporte del béisbol es ejercicio inútil. Tal vez, como ha ocurrido en muchos momentos trascedentes de la historia, ni siquiera percibió el futuro que poseía la nueva actividad. Fue instrumento iluminado de la providencia para crear un deporte único, con características diferentes a los existentes, de naturaleza innovadora.

Con bates, guantes y bolas los curas Redentoristas conquistaron en San Juan de la Maguana a la juventud de los años treinta, asimilándolos a la Iglesia. De esa actividad surgió el equipo llamado Club Católico, donde militaron jóvenes que forjaron su carácter en la fragua del catolicismo, posteriormente adultos que aplicando esas enseñanzas fueron pilares del desarrollo de esa sociedad.

Humberto Evangelista, lanzador, héroe dominicano en la serie mundial de béisbol aficionado de 1952 donde la nación ganó medalla de plata, colgó el guante por los hábitos siendo exaltado al Pabellón de la Fama del Deporte dominicano en 1997.

La orden de Don Bosco, los Salesianos, concentrados en rescatar la juventud de los malos caminos, han sido legendarios cautivándolos con el fútbol, principalmente en la zona del Cibao. En Santo Domingo acogieron a tierna edad a un Manuel Mota que luego brillaría en las ligas mayores, proclamando siempre la importancia que constituyó para él haber sido educado dentro del marco de disciplina y amor que distingue al respetado organismo religioso.

La redes sociales, en esta ocasión actuando positivamente, rescató el pasado y elevó universalmente la imagen de un Robert Francis Prevost de rostro angustiado en el estadio U.S. Cellular Field, rogando por el triunfo de sus Medias Blancas en la Serie Mundial de 2005. Será siempre una incógnita el grado de influencia que pudieron haber tenido las oraciones de un futuro Sumo Pontífice en el triunfo, invictos, de los Medias Blancas ese año.