Aportando sin batear

“Búsquenme buenos bateadores, los buenos fildeadores se dan en los árboles”, sentencia de Rogers Hornsby, un legendario intermedista de la primera mitad del siglo XX que ocupa un prominente lugar en la historia de las ligas mayores principalmente como bateador. Trataba de indicar lo difícil que es batear en béisbol, considerado lo más embarazoso de cualquier deporte.

Y tenía razón, conseguir jugadores que puedan conectar una bola redonda con un artefacto ovalado como el bate, es difícil. Pero una cosa es eso y otra lo necesario. En el béisbol la defensa vale tanto como la ofensiva. Hay que anotar, pero también hay que impedir que el rival lo haga.

La gran ovación surge honrando los batazos poderosos, pero hay jugadores cuyo aporte al equipo es tan valioso como el de los grandes toleteros, utilizando habilidad defensiva y velocidad productiva. Ejemplo de ese espécimen fue el año pasado Jorge Mateo de los Orioles. Indudablemente su accionar como regular del campo corto fue clave en el resurgimiento de ese equipo. Los quince expertos que constituyen el jurado de La Biblia del Fildeo que cada año, desde el 2006, selecciona los mejores defensores por posición lo señaló como el mejor torpedero de la pasada campaña con un 82% de la votación, superando a Miguel Rojas y a Jeremy Peña.

Agregó un WAR defensivo de 2.3, tercero de Rojas que logró 2.6 y Peña que consiguió 2.4; alcanzando además catorce DRS.

En la ofensiva su contribución estuvo basada en la velocidad. Independientemente de estafarse 35 bases en 44 intentos, un excelente 80% de éxito, añadió que en catorce ocasiones en las que ocupaba la inicial consiguió la antesala con un sencillo, en nueve de trece que corría en la intermedia anotó con sencillo y en las seis oportunidades que se disparó un doble ocupando la inicial, llegó a la goma. Eso ofreció que en un 62% de las veces que corría en los senderos, lograra una base extra con los hits de sus compañeros, el cuarto mejor porcentaje de ambos circuitos.

Esos datos demuestran que la línea ofensiva de .221/.267/.379 de Jorge Mateo no evidencian la enorme aportación que suministró a los Orioles

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