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PRESENCIA DOMINICANA

El caso Fernando Tatis Jr.

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TONY PIÑA CAMPORASanto Domingo

La noticia fue impactante. Fernando Tatis Jr. suspendido por ochenta juegos por violar el programa antidopaje de las Grandes Ligas. Las especulaciones, favorables o desfavorables no cambiaron la realidad, había dado positivo a una sustancia prohibida. Su caso se agrega a una lista en la que los peloteros dominicanos son líderes, una lista infame; la lista de los tramposos.

Este caso emite peores señales. Apenas tiene 23 años y un contrato de 340 millones con los Padres de San Diego, es vástago de una familia ligada a ese mundo que no puede alegar ignorancia ni formular pretextos, como ha pretendido. Tampoco surge de la miseria ancestral que podría excusarlo. Su conducta es sencillamente decepcionante, para seguidores y patrocinadores, no solo para la organización que lo firmó, más allá, era la cara del béisbol, sobre todo del béisbol dominicano.

El dopaje es un estigma que lesiona el deporte, es la cultura de la trampa. No es casualidad que seamos los líderes de ese oprobio. Es el ejemplo que nos ha ofrecido desde siempre la clase gobernante fomentando la corrupción y más aún, la impunidad. Los programas privados para el desarrollo como jugadores de

béisbol de jóvenes en la pubertad proliferan, la mayoría manejados con ética y honestidad, una minoría perversa los contamina. Las autoridades conocen a los malvados, pero no actúan.

Un Senado debatiendo para controlar las bonificaciones de los jóvenes firmados, legislación que desde su inicio tiene un tufo de inconstitucionalidad, demuestra su incapacidad para otear, atributo indispensable del buen político. El deporte es la actividad que más prestigio internacional le ha proporcionado a la nación en toda su historia, el presidente, en un extenso discurso le dedica unos veinte segundos, también decepciona.

No es a las Grandes Ligas ni al sindicato de jugadores que le corresponde corregir este fallo social dominicano. En países del área similares no abunda esta costumbre, ellos la controlaron. Es a los dominicanos, eliminando la politiquería barata que les corresponde.

Dice un principio católico: “Por amor a Dios tiene tanta importancia pelar papas como construir catedrales, pero ¡ay! de aquel que pudiendo construir catedrales se dedique a pelar papas”. La metáfora se ajusta con precisión.

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