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OLIMPÍADAS

Ambiente festivo está ausente en los Juegos de Tokio

Un empleado camina frente al Estadio Nacional de Tokio, el miércoles 23 de junio de 2021, sede de las ceremonias de los Juegos Olímpicos de Tokio 2020.

Un empleado camina frente al Estadio Nacional de Tokio, el miércoles 23 de junio de 2021, sede de las ceremonias de los Juegos Olímpicos de Tokio 2020.

Los Juegos Olímpicos de Tokio, demorados un año por la pandemia del coronavirus, asoman como algo bastante aburrido, tanto para los aficionados como para los deportistas y los japoneses en general.

La preocupación por el virus sigue generando intranquilidad. Pocas personas han sido vacunadas en Japón, pero los políticos esperan mantener su credibilidad y el Comité Olímpico Internacional no quiere renunciar a los grandes ingresos que obtiene con la justa.

Japón se caracteriza por buscar consensos. Sin embargo, rompió con esa tradición al decidir seguir adelante con los Juegos en medio de una pandemia y de permitir la presencia de aficionados locales en los estadios.

“Nos metimos en una situación de la cual ya no podemos escapar. Nos van a criticar si hacemos los Juegos y si no los hacemos”, expresó Kaori Yamaguchi, integrante del comité olímpico japonés y medalla de bronce en judo en los juegos de 1988, en un editorial publicado por la agencia noticiosa Kyodo. “El COI parece pensar que la opinión pública japonesa no cuenta”.

El apoyo a la realización de los Juegos parece ir en aumento a un mes de la inauguración de la justa, programada para el 23 de julio, pero de todos modos sigue habiendo mucha oposición, asociada con los riesgos derivados del coronavirus. Si bien los contagios han mermado en Japón, la campaña de vacunaciones arrancó tarde y solo el 7% de la población fue inmunizada hasta ahora.

El COI y los organizadores locales se las ven en figurillas para justificar la realización de los Juegos. Uno de los principales asesores del gobierno japonés en materia de salud, el doctor Shigeru Omi, dijo que “no es normal” hacer la justa en plena pandemia. Y que, en todo caso, no se debería permitir público.

Sus recomendaciones, no obstante, fueron ignoradas por el gobierno del primer ministro Yoshihide Suga.

Las presiones para realizar los Juegos son más que nada económicas. El 91% de los ingresos del COI son generados por los derechos de transmisión y los patrocinios. Y el COI es el único que puede disponer su cancelación. Si los suspendiesen los organizadores locales, deberían pagar grandes compensaciones.

Al margen del factor financiero, está en juego el orgullo de los japoneses, que desean organizar una competencia exitosa, en la que han invertido mucho tiempo, esfuerzo y dinero.

“Es como un jugador que ha perdido demasiado”, expresó Koichi Nakano, profesor de ciencias políticas de la Universidad de Sofía en Tokio. “Salirse ahora solo confirmaría las enormes pérdidas, y seguir adelante ofrece la esperanza de recuperar algo de lo perdido”.