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MUJERES DE GRANDES LIGAS

Intención y Marca

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Carolina Cruz de MartínezSanto Domingo

Hay buenas intenciones en la mayoría de los seres humanos de hacer las cosas bien, de cumplir, de ser buenos hijos, buenos hermanos, buenos esposos o esposas, de ser buenos ciudadanos y profesionales, y a pesar de esto, dicen por ahi que el infierno está lleno de buenas intenciones.

En el deporte la mayoría de los atletas lo quieren hacer bien, y lo quieren hacer bien de manera integral: cumplir con su familia, la sociedad, su organización, los panas, pero se pueden contar con una mano los que quizás lo han logrado. Son muchas las áreas donde los atletas quedan cortos y esto es con todo y su buena intención.

¿Porqué se da esto? ¿Porqué vemos mucho sucumbir con el mismo patrón, a pesar de ser inteligentes o no, de buena familia o no, millonarios o no? Porque hay algo que ellos no manejan llamado ‘marca’ que tiene mas poder que las buenas intenciones. Nuestras marcas familiares, personales son esos derechos, esas inclinaciones malignas, esos deseos viciados, esas conductas destructivas aprendidas y no aprendidas que están en nosotros y prevalecen por encima de nuestro sincero deseo de hacerlo bien. Las mismas se manifiestan de diferentes maneras y son inmisericordes, insistentes, cíclicas, inexplicables a lo natural.

Muchos atletas rompen sus hogares a pesar de amar su familia, quedan en bancarrota a pesar de ganar millones en dólares, destruyen sus cuerpos en manos del alcohol aunque no quieran; son arrastrados, seducidos, influenciados por algo interno que ellos mismos no identifican y por ende no pueden dominar: esto se llama marca.

¿Cómo se enfrenta? Con conocimiento, el conocimiento que Dios dejó en su manual. Así como en el deporte hay manuales, la vida también tiene el suyo, y en el mismo están todos los códigos de operación. Así que no hay que dejar que las marcas empañen la buena intención.

“He descubierto el siguiente principio de vida: que cuando quiero hacer lo que es correcto, no puedo evitar hacer lo que está mal. Amo la ley de Dios con todo mi corazón, pero hay otro poder dentro de mí que está en guerra con mi mente. Ese poder me esclaviza al pecado que todavía está dentro de mí.” Romanos 7:21-23 NTV

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