A TIRO DE HIT
Gibson, un grande de todos los tiempos
Con el fallecimiento de Bob Gibson se perdió uno de los grandes iconos de todos los tiempos del béisbol.
Exaltado al Salón de la Fama en 1981, tuvo registros de 251-174 con PCL de 2.91 y 3117 ponches en su carrera de 17 temporadas, siempre con los Cardenales de St. Louis.
Pero hoy queremos destacar tres puntos que caracterizaron su inmortal carrera.
El primero es su presencia intimidante, imponente en el montículo. A Gibson no le temblaba el pulso para defender la esquina interna, que consideraba su territorio personal. Bateador que osaba invadir esa zona corría el riesgo de ser “afeitado” por un lanzamiento peligrosamente ceñido. Así se jugaba béisbol en su época.
¿Y aquello de socializar y entablar conversaciones con adversarios, tan común en estos días? Mmm.. No. En el librito de “Gibby”, tal actividad no era aceptable.
El otro punto para recordar es su increíble temporada de 1968. Gibson no sólo tuvo PCL de 1.12 con 13 blanqueadas. En realidad, le dio oportunidad de ganar a los Cardenales en prácticamente todas sus salidas de esa estación.
Si revisamos, Gibson realizó 34 aperturas, completó 28 de ellas y sólo permitió más de tres carreras limpias en dos ocasiones. En esos casos permitió cuatro vueltas merecidas. A lo largo de la jornada de 1968, nunca fue sustituido en medio de una entrada por su manager Red Schoendienst. En las seis ocasiones en que no completó sus aperturas, fue sustituido por un bateador emergente, siempre del séptimo capítulo en adelante.
En sus nueve derrotas de esa temporada, sus compañeros lo respaldaron con un total de 12 carreras, para pésimo promedio de 1.33 por encuentro.
Un último factor que que refleja la grandeza de Gibson es su historial en post-temporada.
Tuvo nueve aperturas en Series Mundiales y completó ocho de ellas, promediando nueve entradas por presentación. Tuvo marca de 6-2, 1.89 con 92 ponches en 81 entradas.
En el primer juego del clásico de 1968, estableció la marca vigente con 17 ponches en un partido de Serie Mundial.
Además, es el único lanzador que ha logrado victorias tirando juegos completos en dos séptimos partidos, logrando la hazaña en 1964 y 1967. Demostración de que Gibson fue grande en series regulares, y aún más dominante en octubre, cuando la presión estaba en su cúspide.