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MUJERES DE GRANDES LIGAS

“DELEGANDO ROLES”

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CAROLINA CRUZ DE MARTÍNEZSanto Domingo

Es importante que en la vida aprendamos a ser jugadores de equipo. No se puede ser efectivo por si solo, necesitamos de otros. Este es un principio fundamental de desarrollo y convivencia y se enseña temprano desde el hogar, para así poder aplicarlo en otros renglones de la vida.

El deportista que llega a ser profesional por lo general es muy bueno aprendiendo este principio en el terreno de juego; pero muchas veces no sabe extrapolarlo y llevarlo a los demás: el terreno del matrimonio, del circulo amistoso y social, el terreno de lo laboral, etc. En su mente no lo contextualiza tan fácil porque eso implica liderazgo y responsabilidad, pues en el terreno de juego el es guiado y dirigido por un coach, pero en los demás terrenos el tendría que asumir la dirección.

Es sabio que así como el deportista ve la efectividad en un equipo que sabe acoplarse bajo este principio, también sepa entender que esa misma efectividad la puede tener el su parte personal y familiar. El poder designar a cada quien la responsabilidad que le atañe para que en todo el atleta pueda descollar es una dinámica rica que solo la disfruta el que la aplica. Así como se siente una gran satisfacción al ganar una copa o serie mundial o divisional, así mismo se siente el poder conquistar victorias personales y familiares. Un manager o coach otorga guianza y dirección, y al atleta le toca asumir esa misma posición cuando cuelga los tenis en su locker y se dirige a casa a jugar su rol. Así como un equipo siente gran respeto y admiración por un manager que sabe llevar su equipo a ganar, así mismo el atleta debe ganarse y cultivar esa misma inspiración de parte de aquellos que tiene bajo su jurisdicción.

Es sabio dejar de privar para ser, pues en la pretensión no hay sino mucha pose pero poca ejecución. Dios nos hizo para que sepamos, administremos, prosperemos y dirijamos, y eso no se logra delegando a otros lo que a uno mismo le ha tocado.

“Todo lo que te viniere a la mano para hacer, hazlo según tus fuerzas; porque en el Seol, adonde vas, no hay obra, ni trabajo, ni ciencia, ni sabiduría.” Eclesiastés 9:10

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