PRESENCIA DOMINICANA
Método para evaluar

Valoro un jugador de todos los días sobre la base de las cinco habilidades que se le exigen. La ofensiva es una de ellas, que se compone de bateo, poder y velocidad. Esta última también se aplica a la defensa, dependiendo su valor de la posición a resguardar. Si únicamente se analiza el bateo, el poder es lo más importante, sencillamente porque con él se alcanzan más bases, asunto fundamental. Lograr contacto y tener paciencia es también significativo; mezclar correctamente esas condiciones diferencia a los mejores del común.
Cuando se examinan las estadísticas es imprescindible combinar el volumen con los promedios, lo primero indica durabilidad, lo segundo calidad. Hay jugadores duraderos de calidad insubstancial y viceversa. Aunque los números no lo dicen todo, la tecnología ha aumentado la capacidad de conocer estadísticamente, la calidad de un jugador de todos los días. Donde todavía existen limitaciones es con la defensa, se entiende que sus métricas ofrecen un 65% de certeza. Cada posición exige distintas destrezas y tiene valores diferentes. Por eso aún es necesario observar los jugadores en el terreno para completar el conocimiento. Hay cosas intangibles que las estadísticas no las enseñan, como hay otras que solo estas las hacen emerger.
Se comete con frecuencia el error de evaluar un jugador de todos los días por su capacidad ofensiva. Se debe hacer la aclaración si se está evaluando el bateador o el jugador. Un ejemplo de lo referido es Alfredo Griffin: no generó en Lidom números suficientes para ser considerado entre los mejores, pero como jugador, por su excelencia defensiva, es de los más sobresalientes de siempre.
Con los lanzadores es diferente. Entiendo trascendente conjurar el sobrevaluado reglón de juegos ganados/perdidos. No es una estadística y su resultado lo determina una regla, no el esfuerzo. Para un abridor su calidad se determina básicamente por el PCL-WHIP-SO/9IL, manteniéndose el mencionado equilibrio de volumen y porcentajes.
Hay diferencias entre un abridor y un relevista. Este último es normalmente un iniciador sin el vigor para extender la eficiencia. No tienen el mismo sentido los resultados de las fórmulas en uno u otro. Pero eso, ya es tema para una próxima entrega.