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Fiebre de Golf

Approach para cuando regresemos a juego (2)

La semana pasa­da les traje al­gunos consejos del gran psicó­logo deporti­vo especializado en golf, el Dr. Bob Rotella. Con estos cinco terminamos esta sa­ga que esperamos hayan sido de beneficio para su regreso a juego.

Cree plenamente en ti mismo para poder jugar libremente. Los golfistas confiados piensan en lo que quieren que suceda en el campo, y los que no, piensan en las cosas que no quieren que sucedan. Eso es todo: confianza. Es pensar en las cosas que quieres sucedan en su ron­da. Nuestros cuerpos re­accionan al grado de con­fianza que hemos nutrido en nuestras mentes cons­cientes y subconscientes. Si juega un tiro con con­fianza, su cuerpo se des­empeña mejor. De lo con­trario, su cuerpo pierde ritmo, gracia y tiempo. Los golfistas confiados juegan como atletas. Caminan en el campo como si fueran a una fiesta llena de per­sonas a quienes les gusta y los admiran. Los que no tienen confianza, lo hacen de la misma manera que un nerd ansioso entraría a la misma fiesta.

Vea a dónde quiere que vaya la pelota antes de ca­da tiro. Cuando los juga­dores están comprometi­dos con su tiro, es como si hubiera un rayo láser que une la mente y el lugar donde quieren que vaya la pelota. Nada más existe para ellos. Son resueltos. Los peligros como árbo­les y agua no los distraen. Una vez que han elegido el objetivo, se enfocan en el. Rotella recuerda ha­ber hablado con Davis Lo­ve III después de que ganó The Players de 2003. Uno de sus muchos buenos tiros fue un hierro 6 desde los ár­boles al green para termi­nar con un águila en el ho­yo 16, un peligroso par 5 en el que en la ronda final el hoyo estaba muy cerca del lago. Le pregunté si ha­bía apuntado a la mitad del green, y me contestó: “Doc, estaba tan concentrado y comprometido con el gol­pe que solo veía la bande­ra”. Ese tipo de enfoque en un objetivo mejora en gran medida la posibilidad de acertar.

Sea decisivo, comprome­tido y claro. Cuando pega­mos queremos gobernar nuestros cuerpos con nues­tra mente subconsciente. Esto se debe a que, en el de­porte, el cuerpo humano funciona más eficazmente cuando la mente conscien­te se apaga. Para lograr­lo y jugar instintivamente e intuitivamente, debemos confiar en nuestro swing y creer que funcionará. Es fácil decirlo, pero difícil de realizar. Tan pronto como pegamos mal un golpe, la confianza se evapora. In­tentamos arreglar el swing y empezamos a pensar me­cánicamente. Todos tene­mos un swing defectuoso, y pensar mecánicamente no va a mejorarlo. Pocos ju­gadores conocen su propia mecánica lo suficientemen­te bien como para hacer un diagnóstico preciso de lo que salió mal en un swing, especialmente en el campo durante una ronda. Por lo tanto, la respuesta correc­ta a un mal tiro es olvidar­se de él. En el siguiente ti­ro haga su rutina, confía en lo que sabes, y si sientes la necesidad de trabajar en tu mecánica, espera terminar y ve al driving range.

Sé tu mejor amigo. Cuan­do un jugador tiene un gran compromiso al otro día, me suelen llamar para decirme: “Doc, estoy ner­vioso. Siento mariposas en el estomago”. Mi respuesta es inmediata: “¡Genial!”. El único momento en que las mariposas se vuelven dañi­nas es cuando dejamos que nuestro miedo a ellas nos controle. Si entras en páni­co al inicio de la ronda, se puede desencadenar una reacción física muy fuer­te en tu cuerpo. Aprende a amar a las mariposas, o al menos a manejarlas. Una forma en que algunos juga­dores los manejan es mini­mizando la importancia de la ronda o torneo de hoy, y pensar en todas las razones por las que no importa. To­mar respiraciones profun­das y lentas y visualizar lo que quieres puede ser útil. ¡Deja que las mariposas vuelen!

Idolatra tus wedges y tu putter. Cuanto más veo a los mejores golfistas del mundo, más me convenzo de que lo que separa lo gran­dioso de lo excelente no es qué tan largo pegan, sino su habilidad con los palos de hacer score, y esos son los wedges y el putter. La ha­bilidad con ellos es la ma­yor diferencia entre los ju­gadores que rondan los 80 y los que tiran en los 70. Es la mayor diferencia entre profesionales y aficiona­dos. A estos dos palos po­demos adicionar el 8 y el 9. Hay que enamorarse de estos palos y practicar con ellos hasta que se convier­tan en instrumentos de pre­cisión. Reconocer que los tiros cortos son una par­te integral del juego. De­je de regañarse cuando no acierte un green. Los juga­dores con buenas actitudes sobre sus juegos cortos no se molestan por eso. Cal­culan que todos van a fallar greens y la habilidad para recuperarse de esos fallos es una forma de separarse del resto. Nada te dará más placer que dominar sus pro­pias inseguridades sobre el juego corto y convertirlo en una faceta de golf que tra­baje a tu favor.

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