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MUJERES DE GRANDES LIGAS

“TODO PASARÁ”

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Carolina Cruz de MartínezSanto Domingo

Cuando los atletas de alto rendimiento se lesionan o lastiman sufren ellos y toda la familia. Los procesos de rehabilitación parecen eternos, las batallas mentales son constantes y reales y los cambios de humor son normales. La tensión en el atleta lastimado se vuelve la misma en el hogar, y los días pasan lentos y se pierde la noción de estado y el tiempo. Los atletas lastimados se sienten como toros enjaulados cuando están prestos a salir a corretear a quien sea que tenga la pañoleta en mano. No saben que hacer ni como estar en ese estado de vulnerabilidad, pues va contra la naturaleza de lo que hacen como profesionales. Les cuesta tener paciencia, agotar cada paso del proceso de progreso, acatar las medidas médicas pues quieren salir a la competencia, pero sus cuerpos están en receso. La mente del atleta no computa la pérdida del control pues uno de sus atributos es la inteligencia corporal: se frustra, se atemoriza, se preocupa y tiende a explotar porque no tiene garantía de que pueda volver a la rutina del día a día. Sin embargo al final entiende que debe ceder el control a Aquel que es el único que puede traerle consuelo y confort. En este compás de espera a raíz de la situación de la pandemia todos estamos como esos atletas lastimados. Nos sentimos vulnerables, inseguros, frustrados, inciertos de si podremos vencer esta lesión que todos estamos sufriendo. No sabemos si nuestros cuerpos responderán, si volveremos a lanzar, a batear, a darnos ‘high five’, a frecuentar parques como antes, a comer hot dogs y nachos con las manos y a ganarle el juego a este adversario. Estamos como los atletas lastimados, llenos de fe, pero en el fondo atemorizados. Muchos atletas han sacado de abajo; muchos han vencido tras atravesar procesos amargos, y al final la gran mayoría ha agradecido a Dios porque conocieron cosas de si mismos que nunca habían identificado. Así mismo nosotros debemos cederle el derecho a Dios, humillarnos bajo su poderosa mano, reconocer que solo El tiene el control y cederle el futuro de nuestra situación. Los procesos pasan, las lesiones también, y al final lo único que cuenta es en quien confiamos.

“Él muda los tiempos y las edades; quita reyes, y pone reyes; da la sabiduría a los sabios, y la ciencia a los entendidos.” Daniel 2:21

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