La solidaridad en el mundo del baloncesto

Debido a la pandemia del nue­vo coronavirus o Covid-19, los deportes profesionales en los Estados Unidos han teni­do que detener sus activida­des incluyendo el baloncesto de la NBA.

Siempre está presente el hecho de que los deportes profesionales en la gran na­ción de América del Norte son primero un negocio, luego un entretenimiento y des­pués una disciplina deportiva.

Pero a la hora de presentar ese gran es­pectáculo en el cual hombres multimi­llonarios invierten en atletas millonarios para reproducir su dinero, la labor de los más humildes es la que los pone en con­dición de que el meca­nismo pueda rodar sobre ruedas.

Y conscientes de que son los guardias de se­guridad, las chicas de las coreografías, los camare­ros, los muchachos que se encargan de la limpie­za de las canchas y hasta los que mantienen los baños en buenas condiciones, aquellos que sien­tan las bases para que todo el engranaje del negocio se desempeñe de la mejor manera posible es que los dueños y las estrellas del show han respondido en estos momentos difíciles donde el cierre de las actividades golpea de manera más inclemente a los que menos ganan.

Las muestras de solidaridad no se han hecho esperar y todas las franquicias se han responsabilizado de que sus trabajadores reciban su sueldo inmediato. Casos de due­ños de equipo como Mark Cuban y jugado­res como Giannis Antetokounmpo y Zion Williamson han trazado el camino para tra­tar de mitigar la fuerte carga que pone el inesperado cierre de operaciones sobre los hombros de los más necesitados de esos re­cursos.

El deporte es el departamento de jugue­tería en la gran tienda de la vida. Ahora hay que preocuparse por la dependencia más importante y sin la cual las demás no pue­den operar: la salud.

Por eso son los propietarios de la tienda (los empresarios) los que tienen que asegu­rar que todos sus empleados (los trabajado­res) cuenten con las condiciones necesarias para capear el temporal, resistir con valen­tía y, tras el restablecimiento de la normali­dad, retomar los desafíos que se presentan cada día.