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MUJERES DE GRANDES LIGAS

“REFUGIO”

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Carolina Cruz de MartínezSanto Domingo

Enfrentar la incertidumbre no es fácil. La mente humana no genera bien el no tener control o no saber. Lidiar con la vida desde una posición de desventaja disloca y descontrola aún al más fuerte de nosotros. No importa la fortuna, numeritos, fama o masa muscular, cuando la verdad de la vida llega ningún atleta sabe bregar.

En medio de crisis y situaciones es cuando nos damos cuenta lo frágil que es la humanidad al fin de cuentas. En la cancha o el terreno mostramos gallardía y valentía pero en su momento la vida nos hace bajarnos dos rayitas. Los desafíos de la cotidianidad no se combaten con pelota ni guante, o con balones y protectores. Para eso es necesario portar algo más poderoso que lo humano y lo natural.

La crisis y la adversidad es un buen antídoto para que examinemos nuestra realidad. Muchas veces estamos tan afanados e involucrados con cumplir agendas y compromisos, con vivir la vida y sus amoríos, con planear el mañana, lo que viene y lo que nos falta que no nos detenemos a ver cómo estamos viviendo. Pero por lo general la vida se encarga de ponernos en dos strickes, de bloquearnos, de hacer que miremos al reloj y ver que solo nos queda un cuarto.

Cuando la vida se pone la pechera y la rodillera y ella misma nos enfrenta hay uno solo que puede ayudarnos a pelear con ella. En ese ring no vale ni promedio ni average, ni agilidad, ni saltos morales, ni hombres por los aires. La vida en sí misma hay que saberla enfrentar de la mano de aquel que sabe por dónde y cómo hay que saberla llevar. El juego de la vida solo respeta las reglas impuestas por el Creador de la misma; ella no admite que el hombre le tumbe el pulso atento a que es fuerte, poderoso y rudo.

El refugio para el atleta es el mismo para todos en el planeta tierra. Solo Dios nos dará la fortaleza para combatir todos los virus que atenten contra nuestra naturaleza.

“Como salió del vientre de su madre, desnudo, así vuelve, yéndose tal como vino; y nada tiene de su trabajo para llevar en su mano.”

Eclesiastés 5:15

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