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MUJERES DE GRANDES LIGAS

“No más”

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Carolina Cruz de MartínezSanto Domingo

Juzgar antes de tiempo es muy típico del ser humano. Somos críticos, inquisidores, temerarios y pocas veces nos sujetamos a ponernos en los pies de los demás. Nos cuesta respetar la opinión y criterio de otro pero si exigimos que se respete la nuestra; nos cuesta respetar los derechos del otro, pero si queremos que se respeten los nuestros. Muchas veces queremos exigir a los demás lo que no estamos dispuestos a cargar.

En el sistema deportivo la hipocresía y la doble moral es un mercadológico, por la sencilla razón que muchas veces el producto a vender no cumple con lo requerido. Muchas veces le exigen al atleta que sea un ejemplo integral cuando en realidad no le dan las herramientas para que eso suceda; otras veces le presionan para que cumpla una expectativa irreal y lo penalizan si hacen algo ilegal para cumplirlas; en ocasiones buscan que se arriesguen sin necesidad, solo para cumplir compromisos presupuestarios. Y hay que entender que lo viene, va.

En el profesionalismo deportivo ya no queremos más la doble moral; no es saludable para el atleta y no manda un buen mensaje a los fans. Ya no más que las organizaciones pretendan que les importa la salud del atleta cuando ponen por encima la venta de las taquillas; ya no más privar hacerse de la vista gorda con situaciones que comprometen la integridad física de una generación que aún esta sanita; ya no más facilitar el hacer lo incorrecto e inmoral y después tener que invertir en un plan de relaciones públicas para subsanar y limpiar la imagen individual y organizacional.

El atleta tiene que respetar y conocer los deberes y responsabilidades a las que se compromete; así como también debe conocer los derechos que le competen. El profesionalismo deportivo es un sistema agresivo que manipula pero también enseña a manipular y hay que estar claro hasta donde se debe llegar.

“Asimismo aborrecí todo mi trabajo que había hecho debajo del sol, el cual tendré que dejar a otro que vendrá después de mí. Y ¿quién sabe si será sabio o necio el que se enseñoreará de todo mi trabajo en que yo me afané y en que ocupé debajo del sol mi sabiduría? Esto también es vanidad.”

Eclesiastés 2:18-195.

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