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CON LOS CAMPEONES

La integridad del deporte

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Mario Emilio GuerreroSanto Domingo

Si por algo se preocupan las entidades deportivas es por mantener su credibilidad. Los dirigentes deportivos están conscientes de que el día que la gente cuestione sus ejecutorias o lo que es peor, dude de la legitimidad de los resultados de las competencias, ya no podrán seguir operando con éxito o con un mínimo margen de confianza. Pongo el ejemplo de los políticos, cuya honestidad es cuestionada por una gran parte de la sociedad y su descrédito es tal, que prácticamente nadie cree en sus promesas. El día en que el deporte se equipare con la política en ese sentido, será su fin. Para evitar esto, es que el Comité Olímpico Internacional, sus federaciones afiliadas, las principales ligas profesionales del mundo y otros organismos regentes del deporte, se mantienen vigilantes y supervisando el accionar de todos los actores del movimiento: atletas, directivos, técnicos, árbitros, etc. Para a la menor sospecha, iniciar una investigación y tomar las medidas correctivas pertinentes.

Es lo que ha sucedido con los sometimientos por corrupción en la Federación Internacional de Fútbol y con el llamado dopaje de estado en Rusia, que llevó a la Agencia Mundial Antidopaje a prohibir a esta nación competir por los próximo 4 años en torneos internacionales, incluyendo los Juegos Olímpicos, por solo poner dos ejemplos de los muchos que han surgido en tiempos recientes. Con el caso de los robos tecnológicos de señas por parte del personal de los Astros de Houston durante la Serie Mundial de 2017, ahora le ha tocado el turno a la Oficina del Comisionado del béisbol de las Grandes Ligas de los Estados Unidos enfrentar una dura prueba, en su misión de preservar la buena imagen del juego y despejar cualquier incógnita sobre el desempeño de sus equipos afiliados. Este es un asunto de mucha gravedad, porque pone en entredicho la integridad de una industria que maneja miles de millones de dólares y que se ha visto envuelta en sonados escándalos en los últimos años. Por eso, las sanciones deben ser drásticas y todos los involucrados en este entramado tramposo castigados, para que este bochornoso suceso no vuelva a repetirse. El deporte, a pesar de estos incidentes, sigue siendo de las cosas buenas que nos quedan y que disfrutamos sin importar nuestras diferencias. Luchemos por su preservación.

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