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CON LOS CAMPEONES

Penalizar la corrupción

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Mario Emilio GuerreroSanto Domingo

En noviembre del pasado año escribí sobre la corrupción en el deporte y esta semana, en ocasión del sometimiento a Osiris Guzmán, por parte de la FIFA y la Federación Dominicana de Fútbol, acusado de estafa y abuso de poder, abordo nuevamente el tema. No voy a condenar a priori al ingeniero Guzmán, pues deberá ser la justicia que lo juzgue y lo castigue si es encontrado culpable de los cargos que se le imputan. Ni tampoco voy a hacer leña del árbol caído. Pero, si quiero ponderar la acción emprendida por ambas entidades, porque pienso que crea un precedente importante en el deporte dominicano. En más de 40 años que llevo involucrado en el movimiento deportivo nacional, como dirigente y periodista, esta es de las poquísimas veces que un presidente de federación es acusado de corrupción y enviado a los tribunales. En nuestro país estamos acostumbrado a hablar de corrupción para referirnos a las irregularidades cometidas por funcionarios en el uso de los recursos económicos públicos. Abundan las denuncias en los medios de comunicación y redes sociales contra ministros, burócratas, legisladores y autoridades municipales, a quienes se acusa de malversar fondos gubernamentales y estatales, y a pesar de que la justicia no hace nada, en la gran mayoría de los casos y los hechos quedan impugnes, por lo menos queda el escarnio público. En el sector deportivo también surge este tipo de acusaciones, no obstante estas raras veces llegan a oídos de la gente, pues casi nunca se publican o llega a presentarse una acusación formal. Ya va siendo tiempo de que quienes se apropien indebidamente de los bienes puestos a su disposición en una entidad deportiva, no sólo se les denuncie, sino que se les someta a la justicia. Las consecuencias de la corrupción son devastadoras, pero son aún más graves y profundas si los infractores sienten que no serán atrapados, juzgados y castigados. Cuando un individuo percibe que no será enjuiciado, que los poderes públicos no lo perseguirán y esto lo contrasta con un buen beneficio económico, entonces realizará el crimen. La impunidad ha campeado por sus fueros en el deporte y ojalá que el caso que hoy ilustra esta columna sirva de advertencia a quienes se sientan tentados a usar los escasos recursos del deporte para su propio beneficio.

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