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MUJERES DE GRANDES LIGAS

“MIRANDO EL VALLE”

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Carolina Cruz de MartínezSanto Domingo

Cuando estamos en momentos de contemplación de nuestras vidas, o de crisis, o de análisis casi siempre nos vamos “lejos” en nuestros pensamientos. Miramos por una ventana, nos hacemos preguntas, cuestionamos nuestras decisiones, hacia donde vamos y como nos estamos manejando. Miramos en ese valle de nuestra vida como forma de analizarnos, indagarnos y enjuiciarnos.

TODOS hemos estado en ese momento. Nadie se escapa de evaluar el rendimiento que está teniendo. Los atletas basan su valía en cuanto a este ejercicio de ejecución y se pasan toda su carrera mirando el valle de su ofensiva y defensiva. Les analizan su producción bajo todo tipo de circunstancia: desde la hora a la que jugó, hasta si el viento sopló en X dirección y en base a eso ver que influenció su rendimiento. Todo deportista profesional está sujeto a ese tipo de pesquisas en el valle de su disciplina.

Muchos se hastían de estar bajo este tipo de escrutinio por meses y años. El ser humano no reacciona bien cuando siente que está siendo blanco de indagaciones y supervisiones. En nuestra naturaleza independiente no son agradables los códigos de reglas, límites e instrucciones, sin embargo es lo que previene desaciertos y sin sabores. Entendemos que nuestro valle lo manejamos nosotros y nadie tiene porque meterse; sin embargo el atleta que se sujeta a que otros supervisen su desarrollo deportivo le va mejor que otro que no le importe que evalúen sus acciones.

El que un atleta esté abierto a aplicar en el valle de su vida la misma supervisión que el permite en su aspecto profesional, le hará que rinda mejor de manera integral. En la vida necesitamos que personas calificadas estén mirando nuestra producci ón, guiándonos y cuidando que no estropeemos lo que tenemos; es necesario que se mire nuestro valle y ver las condiciones climáticas mas favorables; ver porque no nos fue bien cuando vino esa tormenta en el matrimonio; a que se debe que cualquier viento te hace dislocar, o porque no soporta una pérdida o un momento de soledad. El valle de nuestra vida amerita una mirada desde arriba.

´Donde no hay dirección sabia, caerá el pueblo; Mas en la multitud de consejeros hay seguridad.ª Proverbios 11:14

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