¿Justicia o pago tardío del Pabellón de la Fama del Deporte?

De forma particular me asombra que entre los primeros tres o cuatro, ya esté un boxeador seguro, elegido al Pabellón de la Fama; y que bueno que reúne todos los méritos para estar ahí, y no porque esté enfermo o en mala situación económica. Enhorabuena se está llevando a Jorge “Salchichón” Amparo a la inmortalidad, este peso medio de La Romana brilló por todo lo alto en los torneos militares, nacionales y aportó medallas de calidad en el ciclo olímpico para su época, fue rey en los Juegos Centroamericanos y del Caribe en Medellín 1978, donde el boxeo logró una de sus mejores actuaciones, también se colgaron medallas de oro Luis –Cucuso- Santana y Arsenio Rafael Rodríguez; sumando tres plata también en los puños de Miguel Mercedes, Luis Vicioso y Jesús Ortiz. Y, aunque usted no lo crea hubo un bronce… ¿Sabe usted quien lo ganó? Pedro Julio Nolasco, quien seis años más tarde sería el pionero de nuestros medallistas olímpicos en Los Ángeles’84.

PEGADA Y VALOR: El Salón de la Fama da un destello de que podría ponerse al día con este tipo de atletas que viene negándole un derecho muy bien ganado y echándolos, a propósito o no, al olvido. Salchichón gozaba de combinaciones fulminantes, golpes contundentes para decidir peleas y fue una figura respetable en el área; también llegó hasta las semifinales de San Juan 1979, obteniendo chata de bronce. Participó en Mundiales, torneos Militares internacionales. En el profesionalismo hizo un buen trabajo frente a los mejores ranqueados mundiales, en 1987 en Indonesia, ganó el cetro internacional del CMB con un espectacular nocaut en cuarto asaltos, sobre el local Suwarno, asimismo, Suwarno.

Amparo pertenece a esa generación olvidada por el Pabellón, más de cien figuras que se le niega su ‘inmortalidad’, incluyendo 16 campeones mundiales de boxeo, masculinos; y 4 femeninos. ¿Y es verdad? Se rumora que esos campeones no entran porque muchos fueron efímeros o no tienen la “calidad”, jajaja. Si es así, sería bueno que quienes lo crean, ganen un par de coronas de esas efímeras para el país, suena como una broma, pero es una falta de respeto exagerada para estos atletas; pero más al propio Pabellón y a ellos mismos. Un campeón del mundo no tiene que mostrar nada al Pabellón, solo esperar su tiempo y entrar. Claro, hay quienes están reforzando amarras y colocando tablones con largos clavos, para impedir el paso. ¿Por qué tanto odio?.