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CON LOS CAMPEONES

La transformación de Mateo Rojas Alou

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Mario Emilio Guerreroblog.listindiario.com

En la temporada de 1966, Mateo Rojas Alou experimentó una de las más extraordinarias transformaciones que se hayan producido en el beisbol de Grandes Ligas en toda su historia. De ser un discreto bateador y jardinero sustituto de los Gigantes de San Francisco, el mediano de la famosa trilogía de beisbolistas nacidos en Haina, se convirtió, de la noche a la mañana, en el más consistente productor de hits de las Ligas Mayores en los cuatro años finales de la década de 1960. Todo comenzó cuando el primero de diciembre de 1965, los Gigantes lo enviaron a los Piratas de Pittsburgh a cambio de su compatriota Osvaldo Virgil y el lanzador Joe Gibbon. En Pittsburgh, Mateo se unió al hombre que se encargaría de desarrollar sus habilidades ofensivas, Harry Walker, que hasta ese momento se habían quedado en un potencial que no terminaba de cuajar. Walker trabajó con Rojas Alou y los resultados no se hicieron esperar. El cambio no pudo ser más dramático. Después de batear para un anémico promedio de .231 en su última campaña con los Gigantes, en la temporada de 1966, en su primer año en Pittsburgh, registró un impresionante average de .342, conquistando el liderato de bateo de la Liga Nacional. En las siguientes tres temporadas solamente actuaciones sobresalientes de las superestrellas Roberto Clemente y Pete Rose impidieron que el dominicano pudiera anexarse, por lo menos, dos títulos más de bateo en el Viejo Circuito. Los promedios ofensivos de Mateo en los años finales de 1960 fueron, .338 en 1967, .33 2en 1968 y .331 en 1969. En 1967, Clemente fue líder de bateo con average de .357, mientras que Rose conquistó la corona los dos años siguientes con promedios de .335 y .348. Rose superó a Rojas Alou en la disputa por el título de bateo en 1968, el último día de la campana, siendo la diferencia final de apenas 3 puntos con relación al dominicano. Únicamente Clemente se puede comparar con Rojas Alou en esos cuatro años finales de la década del 60, en lo que es consistencia ofensiva se refiere y el dominicano lo supera. El malogrado astro boricua tuvo marcas de .317 en 1966, .357 en 1967, .291 en 1968 y .345 en 1969.

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