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PRESENCIA DOMINICANA

Marca de PCL

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Tony Piña CámporaSanto Domingo

El Promedio de Carreras Limpias colectivo de los Tigres del Licey en la recién finalizada Serie Regular fue de 2.34. Hay que remontarse a la campaña de 1996-97 para encontrar uno más bajo que ese. El grupo que reunió Águilas Cibaeñas en esa temporada concluyó en 2.04, aceptó 100 carreras limpias en 442 episodios. Ese año estuvo con ellos Bartolo Colón estableció marca individual en ese sentido al encabezar con 0.21, permitió cuatro anotaciones, una sola limpia, en 43.2 episodios en las diez aperturas que realizó y además obtuvo los lideratos de proporción de ponches y WHIP con 8.04 y 0.92, conquistando de esa manera la auténtica triple corona de pitcheo. Entonces el recio lanzador derecho era un novato de 23 años señalado como el prospecto número quince en la clasificación de Baseball America. En la siguiente campaña de Grandes Ligas recibió su primera oportunidad a ese nivel con los Indios de Cleveland iniciando una cadena de éxitos que no ha concluido.

El PCL del Licey de este año es ampliamente el mejor a partir de la campaña de 2000-01 cuando se iniciaron los torneos con la participación de seis equipos y calendarios de 150 juegos, formato que se ha mantenido homogéneamente desde entonces. En este periodo, ese privilegio lo tenía el cuerpo monticular del Escogido de 2013-14 cuando lograron 2.69 en 433.1 episodios. En la historia completa del béisbol invernal en la que se han efectuado 61 torneos desde 1955-56, el promedio generado este año por el Licey ocupa el décimo lugar entre los mejores.

RÉCORD

En una ocasión un equipo logró finalizar una Serie Regular con un PCL de menos de 2.00, lo que obviamente constituye la marca. En 1963-64 las Águilas Cibaeñas mantuvieron ese porcentaje en 1.92 en 521.1 episodios. Ese ha sido uno de los torneos de mayor brillo en la historia por la cantidad de jugadores estelares que actuaron. De estos, tres que se mantuvieron en acción durante todo el certamen alcanzaron posteriormente un espacio en el Salón de la Fama de Cooperstown; los lanzadores del Escogido Juan Marichal y Gaylord Perry y el guardabosque de las Águilas Willie Stargell.

Dicho año el equipo cibaeño tuvo en rotación tres lanzadores que completaron más de ochenta episodios y finalizaron con PCL de menos de 2.00. Los derechos Steve Blass y Troy Giles trabajaron en 92.0 y 98.2 capítulos con PCL de 1.47 y 1.74 respectivamente y el zurdo criollo Julio César Imbert alcanzó 80.1 entradas con 1.90. A ellos se añadió el antiguo estelar de Liga Mayor Sam Jones, “El Triste”, que como relevista trabajó en 33.2 episodios con 1.55 y en la primera etapa del torneo estuvo como parte de la rotación abridora un joven zurdo que había causado gran impresión con los Piratas de Pittsburgh ese verano, enseñando una efectiva y potente Bola Rápida; Bob Veale. Este aportó 46 capítulos con PCL de 1.37.

Se agrega también a Gerardo Martínez, diestro criollo que debutaba en los torneos invernales y contribuyó como relevo y abridor con 42.2 entradas y PCL de 1.89. Esos seis lanzadores le contribuyeron a las Águilas 351.1 episodios, un 67% del total, manteniendo el PCL en 1.84.

En la siguiente campaña, la de 1964-65, los Leones del Escogido estuvieron cerca de igualar la proeza cibaeña. Sus lanzadores coronaron 498.2 entradas permitiendo 112 carreras limpias para PCL de 2.02. La base de ese logro la establecieron el derecho Pete Richert y el zurdo nativo Pedro Reynoso que entre los dos concretaron 176.1 de episodios con PCL de 1.58, esencialmente como abridores, complementados por los relevistas Ken Rowe y los hermanos zurdos Danilo y Rolando Rivas quienes trabajaron en otras 93 entradas aceptando apenas diez anotaciones limpias para un extraordinario PCL de 0.97. Esos cinco lanzadores lograron lanzar en 269.1 episodios, con PCL de 1.41. Completaron el grupo rojo de ese año el zurdo Larry Miller (2.32 en 104.2) y el derecho Thad Tillotson (3.20 en 84.1) y en la etapa final participó Juan Marichal (2.04 en 39.2).

Es importante subrayar que para esa época se jugaban 120 juegos entre cuatro equipos y 60 se efectuaban en el Estadio Quisqueya, que entonces era muy favorable al pitcheo, básicamente por la amplia zona de foul que tenían los jardines.

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