Manejo de recursos y comportamiento ético

En la inmensa mayoría de las encuestas de opinión pública que se realizan, la corrupción es la principal preocupación de los ciudadanos, por las consecuencias nefastas de este flagelo para el desarrollo del país en todos los órdenes. Pero, eso no sólo se limita a la República Dominicana, sino que es una queja que se escucha en el grueso de las naciones del planeta.

El COD y las federaciones La Sociedad reclama que se castiguen los actos corrupción de funcionarios del gobierno y de los políticos que manejan fondos públicos, sin embargo, muchas veces se olvidan de otras entidades que son subvencionadas por el Estado y que están en la obligación de rendir un informe claro y detallado de los recursos que reciben. Son muchos las instituciones que se incluyen en este último grupo, pero hoy me voy a referir al Comité Olímpico Dominicano (COD) y sus federaciones afiliadas, organismos cuya principal fuente de ingreso son los aportes que les asigna el gobierno a través del Ministerio de Deportes (MIDEREC).

Transparencia Dice un conocido refrán que ‘La esposa del César no sólo debe ser honesta, sino parecerlo”. En ese tenor, cada dirigente olímpico y federativo debe estar por encima de toda sospecha en lo referente al uso que dan al dinero que perciben de las arcas estatales. En otras palabras, la transparencia debe ser el norte de las personas responsables de administrar las finanzas a su cargo, sin que sobre sus actuaciones gravite ningún género de duda.

Faltas graves Sé de buena fuente y creo que es un secreto a voces, que hay federaciones que no tienen sus cuentas claras y que por esa razón el MIDEREC deja de entregarles sus cuotas mensuales hasta tanto no regularicen su situación. De acuerdo con los informes, en la mayoría de las oportunidades las anomalías son productos de simples fallos administrativos que se resuelven sin grandes inconvenientes. No obstante, en ocasiones se presentan faltas graves y es en esos casos, que tanto el MIDEREC como el COD, deben intervenir y sancionar ejemplarmente a los dirigentes que incurran en actos dolosos o se apropien de los bienes puestos bajo su custodia.

Justicia ordinaria Esos dirigentes también deben ser sometidos a la justicia ordinaria, porque están cometiendo un delito. No hay ninguna diferencia entre el funcionario del gobierno que se roba los fondos de las instituciones y el dirigente deportivo que se apropia de los recursos de su federación. A veces no nos damos cuenta de eso y tratamos de una manera a unos y de otra a otros, cuando en realidad son aves del mismo plumaje y merecen el repudio colectivo.

Código de conducta El buen proceder del dirigente deportivo no debe limitarse a los asuntos económicos, también su comportamiento y acciones tienen que ceñirse a un código ético, que cuando sea violado, el infractor reciba su castigo. Hay que evitar por todos los medios las componendas, el chantaje y los engaños para perpetuarse en un puesto directivo y procurar que, si una persona permanece como cabeza de una federación por un largo tiempo, sea por sus éxitos y logros al frente de la institución.

Mano dura Ya lo dije en una columna anterior, mirar hacia otro lado no debe ser nunca una opción y hay que actuar en consecuencia o caer en el delito de prevaricación, en que una autoridad incumple sus obligaciones de velar por el buen funcionamiento de sus entidades bajo su control. Ese es un reto que tiene plantearse seriamente el nuevo Comité Ejecutivo del COD. Su presidente, Luis Mejía Oviedo, con más luces que sombras en su gestión al frente de esta entidad, tiene que enfrentar con mano dura las acciones reprochables de quienes transgreden las normas o disposiciones legales en el movimiento federativo, caiga quien caiga.

Prestigio De esa manera, podrá terminar su carrera al frente del COD sin que ningún tipo de cuestionamiento y viendo consolidado el prestigio que le llevó a ser miembro del Comité Olímpico Internacional.