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BÉISBOL DE AYER

Fernando Arturo Concha

Conchita, fue en su tiempo uno de los más populares cronista deportivo, todo el mundo disfrutaba de su amistad, siempre acogedora.

Conchita, fue en su tiempo uno de los más populares cronista deportivo, todo el mundo disfrutaba de su amistad, siempre acogedora.

En los deportes en general, tienen que existir los llamados propulsores del deporte, son las personas que dirigen las actividades y las vidas de los atletas que intervienen en las diferentes disciplinas.

En todas las épocas muchos de ellos han llegado a ser inmortales del deporte y sus nombres aparecen en el Pabellón de la Fama del Deporte Dominicano.

En la historia de hoy, vamos a reseñar la v ida deportiva de uno de aquellos robles que supieron enaltecer sus actuaciones durante el tiempo que le tocó estar en este mundo tan complicado y lleno de incertidumbres.

El personaje de esta crónica nació en Santo Domingo, con el nombre de FERNANDO ARTURO CONCHA PARAHOY, mejor conocido por el apodo de CONCHITA, en fecha viernes 17 de noviembre de 1905, día de fiesta en el hogar de los Concha. El niño se acostumbró a hablar de pelota desde su infancia, al extremo que resultó con el tiempo mascota del equipo Licey.

El amigo que recordamos vivió desde niño en una casa de la calle Padre Billini, en la parte que colinda con Ciudad Nueva. Desarrolló sus actividades en el deporte a muy temprana edad. El viejo Gimnasio Escolar era su lugar preferido. Allí supo practicar varias disciplinas, destacándose en atletismo, natación, béisbol, fútbol, tenis, y otras más.

Se puede decir que Conchita fue un nadador de talla, junto a Pindú Miranda, desafiaban las embravecidas olas del Mar Caribe, al lado del encallado acorazado “Memphis”, después de haber practicado béisbol y carrera con obstáculos, en el recordado Gimnasio Escolar de Ciudad Nueva.

Nuestro personaje se graduó de agrimensor en 1929, y el Partido Progresista de Federico Velázquez, por intermedio de su secretario, licenciado Julio Cuello, prometió enviarlo a Bruselas (Bélgica), para ampliar sus estudios de ingeniería, caso que no pudo materializar por los acontecimientos ocurridos en 1930. No obstante, por todos sus conocimientos en la materia vial, que dominaba a la perfección, laboró en varias ocasiones estrechamente con Moncito Báez López-Penha.

El viejo amigo poseía gran humor, por lo regular se jugueteaba con los compañeros. Una de sus frases más socorridas era cuando decía Te voy a querer como un hermano.

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