Lanzadores de 300 ponches

El martes pasado el lanzador de los Nacionales, Max Scherzer, alcanzó ponchar 300 en la actual campaña de Grandes Ligas; hazaña comunicada agregando que es el decimoséptimo lanzador en lograr esta cifra en el béisbol moderno, o sea, el que comenzó a registrarse a partir de la temporada de 1901. De esos 17 lanzadores, tres, incluyendo a Scherzer, pertenecen a tiempos recientes. El año pasado Chris Sale ponchó a 308 y en el 2015 Clayton Kershaw a 301, cosa que no ocurría desde 2002 cuando Randy Johnson y Curt Schilling, trabajando con los Diamondback, abanicaron 334 y 316 respectivamente.

Cuando se examina este tipo de proezas basada en cantidades, para tener claridad en la dimensión de la misma es indispensable asumir la parte porcentual. Debido a la forma como se utilizan en esta época los cuerpos monticulares los lanzadores abridores completan menos episodios que antes, por lo cual tienen menos oportunidad de acumular grandes cantidades de ponches, razonamiento que conduce a concluir que el valor de esta hazaña es mucho mayor en estos tiempos que en el pasado.

Los lanzadores contemporáneos están propinando más ponches y obviamente esto hace que los bateadores alcancen marcas negativas en ese sentido. Esto, no obstante, no ha reducido la eficacia de la ofensiva pero ha hecho que la conclusión del perenne duelo entre pitcher y bateador termine con más frecuencia en un ponche o un batazo vigoroso. El año pasado, por primera vez se propinaron (o recibieron) más de cuarenta mil ponches, un 22% de las 185,295 veces que jugadores se pararon en el plato fueron hechos outs por esa vía. Este

año, tanto esas cantidades como los promedios serán superados. En 2016 ocurrieron 8.1 ponches por cada nueve episodios completados, en 2017 este porcentaje subió a 8.3 y este año debe concluir en 8.5. Ha estado en ascenso desde 2005 cuando fue de 6.4. El incremento en catorce años es de un extraordinario 32%.

COMPONENTES DEL CUADRO.-El cuadro de los lanzadores que han alcanzado los trescientos ponches en una campaña lo inauguraron a principios del siglo pasado Rube Wadell y Walter Johnson. Ambos tuvieron dos campañas con esas cifras, el primero en 1903 y 1904 y el segundo en 1910 y 1912. Los dos trabajaron en mucho más entradas que la suma de bateadores ponchados. Pasaron entonces 35 temporadas para que surgiera otro prodigio de este tipo y fue Bob Feller quien igualó la proeza en 1946 al ponchar 348 en 371.1 episodios quedando corto por uno de la cifra máxima que Wadell había logrado en 1904. Venía de prácticamente cuatro campañas perdidas por sus deberes militares durante la Segunda Guerra Mundial y el impacto de su hazaña ocurrió en un escenario enmarcado esplendorosamente; era la primera temporada de béisbol después de restaurada la paz en el mundo.

Es a partir de los años sesenta que se incrementa el surgimiento de lanzadores con esta facultad. Sandy Koufax impone marca al conseguir tres temporadas así, en 1963, 1965 y 1966; en esta última establece récord de 382 y en ese 1965, por primera vez coinciden en un año dos con este resultado al lograr Sam McDowell 325 ponches. Repitió la hazaña en 1970 con 304.

En el siguiente decenio surge Nolan Ryan, quien se convierte en la máxima expresión del ponche, seis veces pasa de las tres centenas en una campaña, incluyendo una de 301 en 1989 a los 42 años, y con él también se inscriben Vida Blue, Mickey Lolich, James Rodney Richard (dos veces), Steve Carlton en esos años setenta, y ya en los ochenta Mike Scott.

Se corona el cuadro en los noventa con Johnson el cual destrona a Ryan en eficiencia para ponchar al imponer marcas porcentuales, tanto por temporada como vitalicia, igualando además la cantidad de seis campañas superando la cifra señalada; Pedro Martínez en 1997 y 1999, estableciendo este último año el récord vigente de ponchar un 37.5% de los bateadores que enfrentó y finalmente los ya señalados Schilling (en 1997, 1998 y 2002), Kershaw, Sale y ahora Scherzer lo completan.