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CON LOS CAMPEONES

Homenaje a Osvaldo Virgil

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Mario Emilio GuerreroSanto Domingo

El próximo miércoles 26, la organización de los Metros de Nueva York le hará un homenaje a Osvaldo Virgil, como parte de las celebraciones del Mes la Herencia Hispana, que en cada temporada los equipos de las Grandes Ligas realizan en septiembre. Este reconocimiento se hará también para conmemorar el sexagésimo segundo aniversario del debut de Virgil con los Gigantes de Nueva York, el 23 de septiembre de 1956, cuando se convirtió en el primer pelotero dominicano en jugar las Grandes Ligas.

Reconocimientos

Osvaldo Virgil ha sido objeto de múltiples reconocimientos, sin embargo, la fecha de su irrupción en el principal escenario del béisbol cada año prácticamente pasa desapercibida. Recuerdo que, en 2015, el periodista Ramón Jérez, fallecido en julio de este año, escribió un artículo en Listín Diario sobre una iniciativa impulsada en el Congreso Nacional para declarar el 23 de septiembre como Día Internacional del Béisbol de República Dominicana, en conmemoración de la hazaña de Virgil. Sobre el tema no he leído ni escuchado nada más y desconozco la suerte que corrió la pieza legislativa en cuestión.

Día del Pelotero de GL

Siempre he estado de acuerdo en que el día en que se recuerda el debut de Virgil, debe ser una fecha trascendental en nuestro calendario, porque somos un país que disfruta y celebra al máximo las hazañas de sus jugadores estelares, quienes son grandes ídolos nacionales. Sin descartar el nombre sugerido en el mencionado artículo de Jérez, mi propuesta es que se debe bautizar el 23 de septiembre como Día del Pelotero Dominicano de Grandes Ligas, puesto que ya por decreto presidencial, el 11 de enero se celebra el Día del Pelotero Dominicano, en recordación de la Tragedia de Río Verde. De todas formas, lo importante es que alguno de nuestros legisladores se anime a reintrodicir el proyecto de ley que busca dar la connotación que merece a este acontecimiento histórico.

Su debut

El día de su debut, en un partido celebrado en el desaparecido estadio Polo Grounds, de la ciudad de Nueva York, Osvaldo Virgil fue colocado en la tercera base y séptimo en el orden al bate por el dirigente de los Gigantes, Bill Rigney, En el histórico encuentro, el jugador criollo, que en ese momento contaba con 23 años, bateó de 4-0 ante el zurdo Curt Simmons y a la defensa cometió un error. Sin embargo, como una primera y contundente demostración de lo que con el tiempo llegaría a ser la casta quisqueyana en el Big Show, en su segundo encuentro, el 30 de septiembre, de nuevo contra los Filis y frente a los envíos del futuro inmortal de Cooperstown, el derecho Robin Roberts, Virgil conectó un doble y dos sencillos en 4 turnos. Eso fue en el primero de un doble juego celebrado en el Connie Mack Stadium, de Filadelfia y en el otro choque también se destacó, conectando triple y single en 4 oportunidades, contra el zurdo Simmons.

Otras primicias

El destino le tenía preservadas otras primacías relevantes a Virgil y en 1958 se convirtió en el primer jugador negro en militar con los Tigres de Detroit. El 6 de junio de ese año, en su primer partido luciendo la camiseta de los Tigres, se fue de 5-5 ante el lanzador cubano Camilo Pascual, en el desaparecido Briggs Stadium, de Detroit. Ese día disfrutó de la mejor actuación ofensiva de su carrera. Once años después, sería el primer coach dominicano en un equipo de Grandes Ligas, cuando ejerció esas funciones con los Gigantes, su franquicia original, que para esa época se había mudado a la ciudad de San Francisco. También llegaría a ser el primer dirigente criollo en las Ligas Mayores, en la campaña de 1984, aunque se debe señalar que ejerció el cargo en forma interina durante diez encuentros, como sustituto del mánager de los Padres de San Diego, Dick Williams, que estaba purgando una sanción disciplinaria.

Jugador versatil

Virgil nunca logró ser un pelotero regular en las Grandes Ligas, que para la época en que él jugó sólo contaba con ocho conjuntos en cada circuito y por consiguiente las oportunidades eran tan escasas como las muelas de gallina. Por esa razón tuvo que convertirse en un pelotero polivalente, capaz de desempeñarse con éxito en casi todas las demás posiciones del campo, principalmente en la receptoría. Como no hay mal que por bien no venga, el propio Virgil admitió, años después, que como no accionaba con frecuencia, se dedicó a aprender los secretos del béisbol y a descubrir las pequeñas cosas que solamente se captan con la observación detallada del juego. Eso le abrió los caminos de una nueva profesión y después de retirarse, pudo convertirse en un destacado coach de Grandes Ligas y un exitoso dirigente en las ligas invernales.

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