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OPTIMISMO

Crismery aún espera que su vida cambie

ES LA ÚNICA DE LA DELEGACIÓN DE RD EN GANAR DOS ORO

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Ramón RodríguezBarranquilla, Colombia

La vida de Crismery Santana no ha cambiado. Sigue viviendo en una humilde casa en la que junto a su madre paga 3 mil pesos de alquiler en el populoso sector Barrio Lindo, de la Ciudad de San Pedro de Macorís.

Su vida está llena de ilusiones a pesar de los logros que obtiene para el país país en diferentes escenarios internacionales.

Desde hace varios años tiene un salario de 4 mil en el Parni y su madre es una operaria de la zona Franca de San Pedro de Macorís. Ella está enfocada en salir del fondo de la pobreza y sabe que para ello se necesita de trabajo arduo y determinación.

Sin importar las caídas, tener la capacidad para levantarse, salvar los obstáculos y continuar adelante en busca del objetivo.

La hoy doble campeona Centroamericana y del Caribe de la categoría de los 90 kilos, en levantamiento de pesas, ha vivido en medio de la carencia y el deseo junto a su madre de superarse. Todo porque desde niña ha vivido la amarga experiencia de vivir en la pobreza y lo que es la carencia.

“Mi vida no ha cambiado a pesar de los logros. Sigo trabajando duro porque estoy segura que en algún momento llegará la recompensa”, afirma la destacada pesista que vive junto a su madre Cándida y su hermano José Luis.

La estudiante de Licenciatura en Derecho en la Universidad Nacional Pedro Henríquez Ureña, dijo, sin embargo, que va “en el camino que lo llevará a la meta”.

Esa meta de la que habla Crismery es alcanzar una medalla olímpica.

Ahora se prepara para el Campeonato Mundial que tendrá lugar en noviembre de este año para buscar una plaza para los Juegos Olímpicos de Tokio.

Migración Cuando tenía apenas 14 años y acompañada de su madre Cándida Peguero Reyna, salieron a San Pedro de Macorís, donde su madre trabajaba como operaria en la zona franca. Desde ese tiempo ambas viven juntas en Barrio Lindo. Residen en un apartamento en cuya sala tienen la cocina, un comedor, nevera, un baño y una habitación.

Su salario en el Parni es de 4 mil pesos. “Con eso tengo que cubrir mis gastos y lo poco que queda para ayudar a mi madre”, dice Crismery.

“Aquí pagamos tres mil pesos (de renta)”, dijo su madre Peguero Reyna, quien devenga un salario de 1,900 pesos semanales y con ello debe pagar, además, luz, agua, teléfono y cable, entre otros servicios. Ah, además comer.

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