CON LOS CAMPEONES
Inmortal del deporte naqueño

Discurso que pronuncié al recibir el honor de ser exaltado como Inmortal del Deporte del Club Naco el pasado jueves.
En septiembre de 1966, mi vecino y compañero de estudios Iván Fernández, me invitó a jugar tenis y me regalo una raqueta, que por cierto estaba un poco pandeada. De esa forma llegué al Club Naco y comenzó el largo camino que hoy me ha conducido hasta aquí, la Plaza de los Inmortales del Deporte Naqueño.
El principal responsable de que hoy sea Inmortal, es alguien cuyo nombre también está tallado en bronce en esta Plaza y a quien conocí ese primer día que visité las canchas de tenis del club naco junto a mi amigo Iván. Su nombre: José Ravelo, quien no sólo me enseñó a jugar al tenis, sino que me guio por el camino de la dirigencia deportiva. Con él como mentor, dirigí el tenis del Club Naco por muchos años, hasta llegar a ser presidente de la Asociación de Tenis del Distrito Nacional y de la Federación Dominicana de este deporte. Los consejos y lecciones que recibí de José me han servido para conducirme en la vida como una persona honrada y respetuosa de los demás.
En esos primeros años en el Club Naco, tuve el privilegio de conocer a dos personas que también incidieron notablemente en mi formación y que jamás podía imaginar que estaría junto a ellos recibiendo este homenaje en el día de hoy. Me refiero a Roosevelt Comarazamy y don Antonio Cocco Quezada. Roosevelt fue mi primer entrenador de baloncesto y con quien di mis primeros pasos como profesional del periodismo deportivo. Don Cocco fue un consejero permanente y cercano, que siempre me enseñó el camino correcto cuando me equivocaba, que fueron muchas veces.
Influencia positiva Doña Clody y don Dioni Bernal, don Tancredo Aybar Castellanos, don Chiquitico Troncoso, don Manolito Alfaro, don Payo Ginebra, el doctor Luis Velásquez, don Félix Mario Aguiar y don Enrique Ripley Marín, también dejaron huellas en mi niñez y juventud, siempre para bien. Hoy debo igualmente recordar con mucho cariño a quienes por tantos años me acompañaron en la Comisión de Tenis del Club, Ingrid Montas, Altagracia Morales de Altagracia (Tata), Rosa Mirtha Espaillat, Nicky Pichardo y Frank Pou. Igualmente a todos mis compañeros tenistas, principalmente Luis Saviñón, Ángel Martínez, José Alberto Ares y los fallecidos Manny Bernal, Toñito Ramírez, Ungui Jáquez y Victor Sued, entre muchos otros. A Rafael Moreno (Govanni), mi pareja de dobles y quien fue mi mano derecha en cada proyecto tenístico
El Club Naco ha sido mi segundo hogar. Más de 50 años de mi vida han transcurrido en estos terrenos. Comencé como tenista, luego fui entrenador, hasta desempeñar las funciones
de co-apoderado del equipo de baloncesto superior, miembro de la Comisión de Deportes, director de Prensa, director de Deportes, presidente de la Comisión de Tenis y secretario del Comité Permanente de esta Plaza de los Inmortales del Deporte Naqueño.
En un aspecto más personal, agradezco a mis padres y hermanos por su amor, sus desvelos, y por el seguimiento y apoyo que me han brindado en cada paso que he dado en mi vida. Sin ellos, hubiera sido imposible llegar hasta aquí. Agradezco especialmente a mis hermanas Angie y a Patricia que hoy me acompañan. Angie, mi compañera de tantas jornadas tenísticas, gran campeona, también Inmortal Naqueña, a quien admiré por su temple y coraje en la cancha. Patricia, mi eterna secretaria, que me ha soportado por tanto años. Y en este momento hago un punto y aparte para recordar de forma especial a mi hermano menor Nelson, ido a destiempo, quien debe estar feliz en el cielo por este homenaje que recibo. En nuestra niñez y juventud fuimos inseparables. Nelson era quien se encargaba de llevar en su bulto mi ropa y los tenis para que pudiera practicar deportes, cuando mis padres me prohibían hacerlo, porque estaba enfermo con asma. Por supuesto, no puedo olvidarme de mi esposa Nieves, la mejor compañera que la vida me pudo regalar. Gracias, Nieves por ser mi complemento y porque contigo soy mejor cada día. Mucho menos puedo dejar de mencionar a Mario Antonio, mi querido hijo, principal motivo para seguir viviendo, para seguir luchando, en fin, para seguir amando.
Agradecimiento Agradezco a tantos amigos aquí presentes, amigos que han venido a apoyarme en este momento tan especial. Principalmente a los miembros del grupo del Reencuentro de Tenis de los años 70 y 80, con quienes compartí una etapa inolvidable de mi vida. También mis más sentidas gracias a los miembros de la directiva del Club Naco, que encabeza Lucho Pou, por conferirme este gran honor. Para concluir, debo agradecer a quienes fueron los ideólogos de esta Plaza de los Inmortales del Deporte Naqueño, que cuando surgió este proyecto, nos eligieron a Roosevelt, a don Cocco, a Tancredo Aybar y a mí, para que lo dirigiéramos. Me refiero a Toñito Alma y Andrés Bustamante. Gracias Andrés por tus afectos y por la distinción que siempre hemos recibido de ti.