PERFIL

Adiós al más grande: Alí fue un titán hasta el final

Boxeadores del club de boxeo Jerusalén que capacitan a los israelíes junto a una imagen de Muhammad Ali.

Boxeadores del club de boxeo Jerusalén que capacitan a los israelíes junto a una imagen de Muhammad Ali.

Era 1980, y Muhammad Ali no tenía que estar en el cuadrilátero contra un Larry Holmes más joven y fuerte, sin importar que su séquito le dijese que se veía fabuloso en los entrenamientos.

Y sí se veía bien. Había bajado casi 40 libras (18 kilos) para quedar en una condición remotamente parecida a la de sus mejores días. Con 38 años, también se había dejado crecer un bigote para lucirlo durante la gira promocional.

“Soy Dark Gable”, decía Ali, en un juego lingüístico con la palabra oscuro (dark) en inglés y el nombre del galán de cine Clark Gable. Y los periodistas apenas podían contener la alegría por tener nuevamente de frente al gran Ali.

Fue mi primera cobertura de una pelea de Ali y, como la mayoría de los 25.000 espectadores esa noche en el escenario al aire libre del Caesars Palace, tenía la esperanza de ver al Ali de antaño sobre el ring. Me había convencido, al igual que convenció a otros, de que todavía le quedaba una pelea, que todavía podía ganar otra corona del peso completo. Cuando Ali hablaba, todos prestábamos atención. No podíamos darnos el lujo de no escucharlo, incluso cuando su grandeza ya había perdido algo de lustro y las palabras que alguna vez conquistaron a toda una generación ya no salían con la misma agilidad de su boca.

Sin duda podría vencer a Holmes, su ex compañero de sparring, pensamos todos. Después de todo, se trataba del mismo hombre que propinó una paliza al temible Sonny Liston, noqueó al intimidante George Foreman en África y ganó una batalla casi mortal contra Joe Frazier en Filipinas.

Pero había un oponente que Ali no podía vencer, y ese era el Padre Tiempo. Apenas y alcanzó a conectar algún golpe a Holmes, y recibió semejante paliza que Holmes pidió varias veces al árbitro que detuviera el combate para no ocasionar un daño grave a su ídolo. La pelea finalmente fue detenida después de 10 asaltos, con Ali sentado en el banquillo y sin resistirse.

Esa misma noche, Holmes visitó a Ali en su hotel. En una habitación con las luces tenues, se inclinó y besó a Ali en la mejilla y le dijo que lo amaba.

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