MUJERES DE GRANDES LIGAS

“Rivalidades”

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Carolina Cruz de MartínezSanto Domingo

LA JUNGLA: Para los jugadores latinos insertarse en el negocio de la Gran Carpa no es un juego de niños. Hay que figurativamente matar para comer. En una industria donde miles y miles están diariamente entrenando, practicando, estudiando para saber cómo colarse en tierra extranjera hay que tener los generales bien puestos para no dejarse intimidar.

Mantener la finura de ser agresivo con el compromiso personal, familiar y nacional de convertirse en pelotero profesional conlleva unas características muy específicas. Y cuando hablo de finura no me refiero a etiqueta y protocolo ni a modales; me refiero a mostrar un espíritu competitivo, recio y decidido sin caer en el coloquialmente conocido “perreo”, cabeza caliente e irrespeto hacia los jugadores y el juego.

RIVALIDAD: El manejar rivalidades en el terreno debe implicar una madurez que ayude a descodificar costumbres y hábitos aprendidos en la crianza, que no vayan con el profesionalismo. La mayor parte de los peloteros o atletas latinoamericanos provienen de barrios, zonas rurales, pueblos, y muchas veces el instinto de supervivencia les dictó que hay que golpear primero, que no se puede quedar “dao,” entre otras filosofías. Pero lo cierto es que en el terreno, la línea de ética, honra y respeto hacia la solemnidad del béisbol, condena y penaliza todo eso.

Las rivalidades son necesarias y positivas si se sabe equilibrar la balanza y detenerse o arreciar según la demanda que se pueda manejar. Un pelotero debe desarrollar coraje si no lo tiene, pues hay situaciones que Ameritan desde un estallido de furia hasta una larga rutina de ejercicios que descompriman. Los atletas vienen diseñados con altos niveles de adrenalina, pues les toca enfrentar la rivalidad como parte de la naturaleza de su trabajo. Lo importante es saber equilibrar cuando hay que estar en alta y cuando hay que aminorar el paso.

RIVALIDAD INTERNA: Conocer si se tiene un carácter colérico o sanguíneo, flemático o melancólico ayuda a administrar el manejo de rivalidad interna. Hay atletas que hay que dosificarle información porque se dislocan si escuchan una palabra fuera de tiempo o de tono; hay otros atletas que solo operan bajo presión y se acostumbran a la subida de adrenalina y esa es su única forma de vida; hay otros que no saben manejar presión y su rivalidad pasiva los deja atrás pues no saben acelerar cuando lo amerita; así como hay atletas que solo producen y rinden con un par de palabras descompuestas.

La rivalidad interna consiste en administrar bien un carácter y un temperamento, capitalizando las fortalezas que se tienen y desarrollando las debilidades. Aunque deportivamente se usa mucha la frase “yo voy a mi” , en ocasiones uno tiene que aprender a ir contra uno; uno se convierte en su mayor rival cuando le da rienda suelta a las malas mañas, malos hábitos, al descontrol, la ira, el placer, la bebida. Ahí, es cuando uno “no va a uno” sino en contra.

YA NO APLICA: Cuando se es niño, se piensa como niño, se habla y actúa como niño. Cuando se va dejando la infancia detrás y se transiciona a la adultez, se va desarrollando características de adulto.

En el profesionalismo no aplican actitudes rebeldes, tajantes, pataleantes, malcriadezas e inconformidades típicas de un infante. En la jungla de la MLB, los rivales no toleran los pataleos, y si hay algún tipo de “perreo” hay que tener menudo para devolver. El respeto se gana con nuestro rival interno, cuando se vence yendo contra uno mismo; el respeto se gana contra los rivales externos cuando se vencen en el terreno.

Hasta la próxima

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