PRESENCIA DOMINICANA

Importados y Refuerzos

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Tony Piña CámporaSanto Domingo

El sábado pasado Francisley Bueno realizó una desafortunada salida para el Licey, pero con ella alcanzó las diez campañas actuando en el béisbol dominicano en condición de jugador importado. El término ha variado mucho y de hecho los reglamentos que se están aplicando provocan confusión.

Jugadores formados en circuitos foráneos que por razones atendibles adoptan la nacionalidad dominicana son captados en el circuito dominicano a través del draft de novatos y usados como nativos, aunque de hecho son importados, tales son los casos, por ejemplo, de Raúl Valdés y Kendry Morales. A la hora de medir sus resultados hay que decidir dónde colocarlos cuando se hacen las comparaciones históricas.

Si a Morales lo ubicamos como nativo sus 23 jonrones acumulados no es una cifra impresionante, pero enmarcado como importado es la cuarta más alta en el béisbol invernal.

En el caso de Valdés, como lanzador, se amplía la incongruencia.

Ha participado en once campañas con resultados tan positivos que tiene totales que lo colocan a la cabeza de los extranjeros de renglones tan importantes como ponches propinados, cantidad que trasladada al cuadro de los nativos no posee la misma trascendencia.

Incluso, su actuación en las señaladas once campañas son la máxima cifra para un jugador nacido fuera del territorio nacional.

En los albores Cuando nació el béisbol, tanto en el periodo independiente de 1951 a 1954, como posteriormente, el iniciado en 1955 afiliados al béisbol organizado, los jugadores importados tenían una importancia vital para inyectar calidad al juego que se presentaba. La producción nativa con buenas aptitudes no era tan abundante, había que apelar a la disponibilidad que ofrecían los circuitos vecinos y de ahí surgieron veteranos que se convirtieron en ídolos en la época independiente; subsiguientemente, en la invernal comenzó la transformación con jóvenes prospectos norteamericanos que reforzaban el circuito y luego descollaron en las Grandes Ligas. Ese último esquema se mantuvo hasta los noventa. Luego de la etapa inicial del béisbol invernal entre 1955 a 1961, los acontecimientos que representaron la caída de la dictadura de Trujillo y luego la guerra civil de 1965 crearon una inestabilidad que provocó la suspensión de tres torneos. Es a partir de 1966-67 que se estabilizan y comienza un proceso de desarrollo de los jugadores nativos que explota en el decenio de los noventa.

Época Actual Son varios los elementos, tanto externos como internos, que influyeron en la metamorfosis del béisbol dominicano y ahondar en ellos es imposible en el espacio que dispongo. Lo que resalta en la actualidad es que cada año surgen jóvenes jugadores que hechizan con sus habilidades a la fanaticada, sustituyendo a los que el año anterior habían logrado lo mismo, pero que al ser ascendidos por las organizaciones propietarias de sus servicios, le impiden accionar en los torneos locales. Estos son los sustitutos de los refuerzos de antaño que, salvo puntuales excepciones, han devenido a convertirse en simples importados.

Durante largo tiempo en el béisbol dominicano participaban exclusivamente jugadores nativos surgidos y desarrollados localmente y los importados. En este tiempo tenemos a estos, más los nacionalizados formados en el exterior que participan como nativos, especialmente cubanos, los nacidos en otros países, principalmente Estados Unidos, hijos o nietos de dominicanos que pueden actuar como nativos, y los oriundos del país, que emigraron en la niñez o pubertad convertidos en profesionales a través del draft de Grandes Ligas. Son fuentes diferentes que precisan observar el detalle para entender las consecuencias. La situación obliga a tener muy en cuenta el contexto de las épocas a la hora de juzgar históricamente las actuaciones individuales.

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