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TRIBUNA ABIERTA

¿Cuba Campeón?

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Luis Schéker OrtizSanto Domingo

Regresaba de La Romana el día siguiente luego del estupendo Ceremonial de la sexta exaltación de los nuevos inmortales del deporte consagrados por el Salon de la Fama del Beisbol Latino celebrado en el impresionante escenario de Altos de Chavón, repleto de un público entusiasta honrado esta vez con la presencia del Comisionado de Beisbol de Grandes Ligas, el Presidente de Salon de la Fama de Cooperstown, el Ministro de Cultura, entre otras altas personalidades y luminarias del deporte rey, cuando recibí la insólita noticia que ocupa este espacio. Tan ridícula me resultó que se me hizo difícil asimilarla, creérmela por un rato y pensar que con ganar un solo juego al equipo victorioso, invicto en la etapa pre eliminatoria con cuatro (4) victorias y cero (0) derrotas, el de Venezuela, Cuba, que apenas pudo clasificar, se alzara con la Copa de Campeón de la Serie del Caribe, eliminando por “muerte súbita” a equipos que les superaron en ganados y perdidos. Así lo decretaba el formato aprobado por todos los directivos de los equipos de países participantes, no sé por los dirigentes federados de los peloteros profesionales, lo que no deja de ser un pésimo formato, discriminatorio y anti deportivo, no siendo verdad en absoluto aquello de que “lo que es igual, no es ventaja”, de imposible justificación. Me bastó pensar en el Clásico de Beisbol Mundial donde el equipo representativo de la República Dominicana ganó invicto la corona, venciendo a todos y cada uno de los demás países que enfrentó, y que de aplicarse esta fórmula irracional le fuera arrebatada la corona conquistada en buena lid perdiendo de un conjunto sotanero, en un partido de consolación. Nada más desolador. Algo similar se me ocurre y lo he sostenido con la insensatez del segundo draft o sorteo de peloteros criollos que dispone que peloteros de quipos descalificados, eliminados en la serie regular figuren como refuerzo de los equipos vencedores e ir a la serie final, desplazando a los jugadores que se fajaron con su equipo para llevarlo a posiciones cimeras. Eso no sucede ni en las Grandes Ligas, donde el fabuloso negocio de la pelota rentada genera ingresos fabulosos, millones más millones de dólares a repartir entre jugadores y dueños y directivos de los equipos. Ni las invocadas economías, ni la competitividad, ni la ética profesional deportiva, siempre menospreciada al igual que el debido respeto al fanático que se entrega y se identifica con el color y el emblema de su equipo, cargando con su tradición, no con extraños, justifica ese desaguisado sorteo que premia mercantilmente a los derrotados que deben sufrir y bajar la cabeza, retirarse del escenario pensando en su equipo y su defraudada fanaticada, como deberían hacerlos los dirigentes de la LIDOM con mayor respeto.

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