DETRÁS DEL TATAMI
Anel Castillo y Carmen Harrigan, un amor dorado
La fuerza del amor y la unión sentimental entre los karatecas Anel Castillo y Carmen Harrigan han dado un gran empuje para que ambos sacaran un excelente resultado en los Juegos Centroamericanos y del Caribe que concluyeron este domingo aquí. Castillo y Harrigan, novios desde hace un buen tiempo, ganaron medalla de oro en sus respectivas categorías. Ambos se apoyaron mutuamente y pudieron celebrar y mirar la bandera con el mismo orgullo y sentimiento. La primera en salir al tatami a competir fue Harrigan y recibió el respaldo, como era de esperarse, de su novio Castillo y todo el resto del equipo de karate. “Yo me apoyé en él (Castillo) y él se apoyó en mí”, dice emocionada Harrigan, estudiante de cuarto semestre de medicina de la Universidad Autónoma de Santo Domingo. Ambos han celebrado la proeza de ganar medalla de oro y celebrarlas juntos. Por años han pasado junto la vida deportiva y sentimental. “Vivimos juntos, soñamos juntos, hemos logrado todo esto juntos y juntos lo celebramos, gracias a Dios”, dice Harrigan con cierta alegría, lo que es corroborado por Castillo. Ambos deportistas se conocieron en karate. Harrigan no esconde el orgullo de llevar colgada una medalla de oro a República Dominicana, Castillo, un poco más tímido, también expresa su complacencia por el logro. Sin romper la disciplina, llegaron al seleccionado nacional y cada cual ha hecho su trabajo, sin importar que Castillo viene desde el norte de República Dominicana (Puerto Plata) y Harrigan del populoso sector de Guachupita en esta capital. La coincidencia en la vida de Castillo y Harrigan no sólo se ha puesto de manifiesto en el deporte que han escogido y haber ganado sendas medallas de oro en Veracruz, sino que los dos fueron llevados de la mano al karate por parientes vinculados a esta disciplina. Vida de CastilloAnel Castillo, proveniente de Puerto Plata, llegó al karate de la mano de un tío que al no haber tenido hijos, lo adoptó. Pero al llegar a lo más alto del pódium de la categoría de los 84 kilogramos reconoce lo que ha representado para él su madre Clara Pichardo, su hermano Enmanuel Reyes y Jesús Isidro Reyes del Rosario, su padrastro, de quienes dice que “ellos han tenido un gran significado en su vida”. “Ellos me han impulsado a lograr todos estos objetivos que he alcanzado”. “Con ellos he podido lograr este objetivo”, añade Castillo, un atleta de 21 años que llegó al karate desde que tenía 4 años, mediante su tío Hugo Burgos, quien para ese tiempo era vicepresidente de la Federación Dominicana de Karate. Señala que el karate “ha moldeado” su vida, vida que califica de “placentera” por los logros que ha ido alcanzando con el paso del tiempo, precisa Castillo, estudiante de sicología clínica en Utesa. El tiempo libre lo dedica a tocar guitarra. “Me gusta mucho tocar guitarra, es mi entretenimiento favorito”, dice Castillo, quien tiene pasión por el “pop rock” y el “rock alternativo”. De HarriganCarmen Harrigan viene de una familia, cuyo padre, precisamente comenzó a entrenarla, cuando este tenía una escuela de karate. La enseñaba para que se defendiera, no para que estuviera en competencia. “Mí padre no quería que yo participara en competencia”, cuenta Harrigan al recordar cuando su padre, Julio Máximo Harrigan, manejaba la escuela en el sector de Guachupita de donde es oriunda. No esconde su orgullo de haber representado bien a República Dominicana. “Me siento orgullosa, por mí, por él (Anel), mis padres, mis hermanos, mis entrenadores y José Luis Ramírez (presidente de la Federación Dominicana de Karate) por todo lo que he logrado aquí”, dice. Cree que sus hermanos Máximo, Julio, Herasmo, Natividad y Ligia Elena, también deben estar orgullosos de ella y más aún su madre Carmen Ortiz. “Todo el barrio tiene que estar bien contentos con esta medalla”. (+) Ambos han celebrado la proeza de ganar medallas de oro y celebrarlas juntos. Por años han compartido la vida deportiva y sentimental.
