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CON LOS CAMPEONES

La historia de los Juegos Interligas

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Mario Emilio GuerreroSanto Domingo

Con motivo del Juego de Estrellas escenificado el pasado día 13 de diciembre, en el estadio Universitario de Caracas, entre selecciones de los torneos invernales de República Dominicana y Venezuela, fue publicad una revista conmemorativa que contiene un interesante artículo sobre los partidos interligas entre ambas nacionales, celebrados en la década de los años 60 del pasado siglo. El trabajo, escrito por el periodista venezolano Ignacio Serrano, explica como surgieron los famosos juegos interligas, entre equipos dominicanos y venezolanos, específicamente en los campeonatos de 1963-64 y 1964-65. De acuerdo a lo señalado por Serrano, los partidos entre clubes de esos países, “nacieron como un concepto novedoso de los creadores de la Serie del Caribe, los venezolanos Oscar ñ Negro ñ Prieto y Pablo Morales, quienes vivían de innovar en la pelota local”. “Tenían que llenar el vacío que dejó la desaparición (en 1960) de la Serie del Caribe”, señala Serrano.Viajes a RDDurante dos temporadas, los equipos dominicanos viajaron para medirse a sus pares venezolanos, que a su vez vinieron al país para devolver al visita. Los torneos de cada nación no se detenían y por el contrario, de aquellos encuentros binacionales no salió un campeón, sino que los resultados eran válidos para la tabla de posiciones de cada circuito, precisa Serrano en su relato. La primera experiencia se dio en el campeonato 1963-64 y la segunda y última ocurrió en la siguiente zafra, la de 1964-65. “República Dominicana no era el emporio que es hoy en día, pero sus peloteros estaban muy adelantados, en comparación con nosotros”, señaló Dámaso Blanco, que en ese tiempo era el antesalista de los Leones del Caracas, el equipo de Prieto y Morales. Blanco recuerda la impresión que le causó la novedad: “caramba, voy a ir a Santo Domingo a jugar béisbol”, pensó por entonces. “Era la posibilidad de ver a los hermanos Alou, a Ricardo Carty, a Juan Marichal”. Luis AparicioCuando se produjo el primer viaje de los venezolanos a República Dominicana, para enfrentar en 1963 a los Tiburones de La Guaira contra las Estrellas Orientales, en San Pedro de Macorís, el estadio estuvo repleto de fanáticos, que ansiaban ver al súper astro venezolano, el torpedero Luis Aparicio, figura de los Medias Blancas de Chicago que asistieron a la Serie Mundial de 1959, quien en ese momento brillaba con los Orioles de Baltimore. Cuenta Serrano que “había camiones de llenos de gente estacionados en los bordes del estadio”, que de esa forma pudo ver el partido desde sobre las verjas de los jardines. “Aparicio era la gran atracción, pero hasta el sexto o séptimo inning no había hecho nada. Fue entonces cuando dieron una línea a la que el antesalista Wayne Grahan no le llegó. La pelota se levantó, Aparicio la tomó por detrás, tiró y sacó al corredor”, recordó el veterano cronista venezolano Rubén Mijares. Agregó que “yo estaba en las tribunas y cerca de mí, un tipo se llevó las manos a la cabeza y dijo ‘¡qué cosa más grande! ¡Qué cosa más grandes! Y se paró y se fue. Yo me asomé a la calle y lo vi cruzando hacia la otra acera, todavía con las manos en la cabeza. Había ido a ver a Aparicio y con esa jugada había pagado su entrada”. Los Leones del CaracasDámaso Blanco, en la expedición del Caracas a Santo Domingo, no tenía permiso para salir, tomar un trago o siquiera permiso para hablar con los peloteros contrarios. “Nuestro manager era Regino Otero y él odiaba perder”, le contó Blanco a Serrano.. “Esa órdenes eran muy propias de la época: no podía ni hablar con quien tuviera un uniforme distinto. Al llegar a la capital dominicana, el Negro Prieto nos dio una arenga. ‘ustedes no viene n aquí de fiesta. Vienen a ganar’. Claro, porque los juegos eran válidos para el calendario del torneo venezolano”, apuntó Blanco. En uno de los partidos, del Caracas frente a los Leones del Escogido, César Tovar no pudo retener la pelota ante un tiro del campocorto Domingo Carrasquel, con corredor en primera, ante un rodado de Mateo Alou. Caracas ganaba por una carrera, explicó Blanco, pero debido a la premura de Tovar, que deseaba soltar rápidamente la bola para buscar el doblepley, el inning quedó vivo y el Escogido volteó el marcador. Cuando terminó el juego. Regino se sentó sobre el baúl donde ponían nuestras pertenencia, nuestro dinero, todo. Se quitó la ropa, se quedó en interiores y encendió un puro. Horas después fue que se levantó e insultó a los jugadores, principalmente a Tobar, a quien culpó por la derrota, señaló Blanco. Gran atracción en VenezuelaMientras los juegos interligas no despertaron mucho interés en República Dominicana, en Venezuela fueron u tremendo éxito de taquilla. “La emoción que sintieron los venezolanos con los interligas no fue compartida por los antillanos, al parecer, “no teníamos atractivo para los dominicanos”, aseguró Mijares. “No teníamos peloteros de proyección y renombre. Teníamos buenos jugadores, pero no aquellas estrellas. Cuando los dominicanos vinieron, en días consecutivos abrieron Juan Marichal y Gaylord Perry, dos futuros miembros del Salón de la Fama”. En 1963, Marichal venía de ganar 25 partidos y 21 en 1964. Sólo verlo lanzar era algo que pagaba la entrada. Destaca Serrano que sólo dos años duró el experimento y sería necesario que transcurriera un lustro, para que el renacimiento de la Serie del Caribe le diera a los equipos venezolanos la oportunidad de volver a medirse con los mejores conjuntos de República Dominicana. “Para nosotros fue un negocio, para ellos no”, lamentó entonces el Negro Prieto. “Los estadio aquí se llenaban, porque venían unos equipazos. Los dominicanos hicieron desastres en esos interligas”, resaltó.

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