LUICHY EN BEISBOL
¿Nadie detendrá los engaños y el libertinaje aquí?
Entre 1954 y 1955 (quizás antes), mi padre fue uno de los principales promotores de la conversión de la pelota dominicana veraniega a la otoño-invernal, procurando su afiliación al béisbol de MLB y sus circuitos minoritarios (National Association). Otros importantes deportistas lo acompañaron en esa lucha, quimérica para muchos. Es en tiempo reciente que mi madre me ha dicho que él entendía que jugándose en verano “los de aquí no podían ir allá, ni los de allá podían venir aquí”, como ocurría con Cuba, Puerto Rico y Venezuela, cuyos campeonatos otoño-invernales eran muy seguidos aquí (ignoro si el de Panamá también). Lo que eso quiere decir es que coincidiendo nuestro béisbol de verano de antaño con el de las Grandes Ligas y afiliados en las menores, a los jugadores de aquí no les era posible ir hacia USA y en nuestra pelota no se podían ver jugadores importados (especialmente norteamericanos) procedentes del sistema de MLB.
Incluso, estaba el caso de Osvaldo Virgil, un dominicano que no residía aquí y que actuaba en ligas menores norteamericanas, por lo que para el primer campeonato otoño-invernal dominicano (1955-56) mi padre, siendo presidente de las Águilas Cibaeñas, viajó a Texas y lo firmó, lo que luego fue impedido por intereses de la época. Hace más de cinco años que mi progenitor falleció y en meses recientes me he topetado con interesantes cosas desconocidas por mi, sobre su historia en las Águilas y en el béisbol en general, que nunca conversé con él, que nadie me ha podido explicar y que ahora lo lamento (generalmente creemos que “su partida está lejos”). Del proceso de cambio antes señalado es que ha llegado a Grandes Ligas alrededor del 95% de los 481 peloteros considerados dominicanos. Noten que dejo fuera un pequeño porcentaje, porque algunos no son producto del acuerdo de afiliación o no fueron firmados aquí, siendo muestras nombres como Virgil, Rudy Hernández, Manny Ramírez, Alex Rodríguez, Albert Pujols, entre otros.
A lo que se ha llegadoLa alteración de nombres y edades para firmar jugadores dominicanos (esto no es exclusivo de nuestro país) es tan vieja como el origen mismo de la afiliación de nuestro béisbol al de MLB, pero lo que viene desde hace pocos años es la proliferación de firmas con bonos millonarios de supuestos adolescentes entre 16 y 17 años de edad. Escribo “supuestos” porque lo desatado por el bochornoso caso del falso “Esmailyn González” podría afectar la credibilidad de “mansos y cimarrones”. Personalmente me llama la atención la gran cantidad de nombres extraños a nuestro medio (no comunes, a propósito de “Esmailyn”), la mayoría de ellos recibiendo bonos atractivos.
Presentándoles disculpas a quienes tienen sus documentos en orden, por ahí andan suspicaces identidades (primer nombre) de prospectos dominicanos, tales como: Jharmidy, Arodys, Leance, Hitaniel, Leyson, Yowill, Daigoro, Aderlin y otros. Parecido a lo que sucede aquí, como en Venezuela también han crecido mucho las firmas debido a las academias, a manera de ejemplo cito un par de recelosos nombres de prospectos venezolanos: Karexon y Jhoulys (también aparece como Jhouyls). De algo sí estoy completamente seguro, lo que visualizó el romántico ingeniero-pianista Juan Sánchez Correa fue la posibilidad de progreso de la pelota dominicana y la posibilidad de mejoría en el “modus vivendi” del pelotero dominicano, pero con esfuerzo limpio, nunca la posibilidad de engaño, y eso lo llevó a la inmortalidad del deporte dominicano. La facilidad de conseguir esteroides y actas de nacimiento falsas en la República Dominicana le está causando al país un espantoso nivel de descrédito nada envidiable y que demanda la reacción de alguien con la suficiente fuerza para detener eso. ¿Para esto fue que se luchó hace más de medio siglo?