El "Terminator"
El presidente Donald Trump ha demostrado, una vez más, su dominio del arte de la presión estratégica: “apretar y aflojar” según convenga a sus intereses.
En política, como en los negocios, su estilo se basa en imponer condiciones drásticas y luego ofrecer concesiones selectivas para consolidar su ventaja.
En sus inicios, lo llamaban el “negotiator”, pero con el tiempo, al ver los efectos de su estrategia de choque y dominio, fue rebautizado como el “Terminator”, en alusión al icónico personaje cibernético de James Cameron, que vence a sus adversarios sin tregua.
Su reciente oleada de medidas arancelarias agresivas y su insistente presión para reforzar el poder geopolítico de Estados Unidos han puesto a prueba estas habilidades.
Sin embargo, después de lanzar un golpe contundente, Trump suele aplicar una estrategia de control de daños, comparable a la acupuntura china, que alivia los hematomas políticos y económicos causados por su propia mano dura.
Este método no es exclusivo de Trump.
Su equipo de gobierno ha adoptado su estilo, como lo demuestra su canciller, Marco Rubio, en su primera gira latinoamericana.
No se trata de una visita protocolar o de cortesía, sino de un movimiento calculado para blindar los intereses estratégicos de seguridad de Estados Unidos en la región.
Ahora que el canciller Rubio se dispone a realizar su primera visita oficial a la República Dominicana, tras haber sostenido encuentros clave con otros líderes de la región, surgen interrogantes sobre las “prioridades” que marcarán la nueva fase de relaciones entre Washington y Santo Domingo.
Uno de los puntos más sensibles es el impacto de la crisis haitiana en la estabilidad de nuestro país.
Ante la pasividad de la comunidad internacional para restaurar la paz y el orden en Haití, la visita de Rubio podría abrir un nuevo escenario de cooperación o reafirmar la tradicional política estadounidense de control sin intervención directa.
¿Será este el inicio de una estrategia de mayor compromiso con la seguridad regional, o solo otro ejercicio de presión estratégica para garantizar los intereses estadounidenses sin asumir un papel proactivo?
La respuesta, como en toda negociación al estilo Trump, dependerá de cuánto se apriete y cuánto se afloje en la mesa de diálogo con el presidente Luis Abinader.