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La inclusión sigue siendo una quimera

Es muy encomiable lo que ha hecho la Universidad del Caribe al otorgar becas para estudios de grado a siete jóvenes sordos.

La idea prendió tras los reportajes que publicó el Listín sobre el caso de una joven sorda de Neiba y otras historias de niños y adolescentes con discapacidades.

Por vía del Defensor del Pueblo, Pablo Ulloa, los siete sordos becados contarán con un intérprete de señas para realizar sus estudios, especialmente en tecnologías de la información.

Estas son señales alentadoras que le recuerdan a la sociedad que tiene una deuda no pagada con las políticas de inclusión de los discapacitados, para facilitar su acceso a la educación y el trabajo.

Pese a que existen numerosas leyes, reglamentos y un mandato claro de la Constitución, los discapacitados dominicanos siguen marginados de las oportunidades de vida que otros disfrutan.

Un ejemplo elocuente lo ofrece el hecho de que el 92 por ciento de las más de 450,000 personas con discapacidades, no asiste a la escuela ni a la universidad.

La brecha es grandísima, tanto a nivel educativo como laboral, y esto es una verdadera vergüenza nacional.

Aquí tenemos que pasar de las palabras al cumplimiento efectivo de las políticas de inclusión, para cambiar los horizontes de miles de sordomudos, autistas, no videntes, personas con síndrome de Down y discapacitados motrices, que son los más.

Mientras esta comunidad se mantenga marginada de los beneficios que el Estado debe proveer a los ciudadanos, la inclusión seguirá siendo una quimera, una aspiración que se quedó en papeles y en las promesas demagógicas de los políticos.

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