La autoridad por el suelo
El principio de la autoridad ha rodado por el suelo en el país desde hace tiempo.
Las muestras más patéticas las tenemos en los innumerables irrespetos de ciudadanos frente a los agentes uniformados, sean policías, militares o responsables del tránsito.
Y parejo con la pérdida de este elemento tan esencial para el mantenimiento del orden, hay otro más vergonzoso: el ostensible mal entrenamiento de estos agentes para lidiar con estos irrespetos.
La tendencia a desconocer, con insultos, agresiones físicas y forcejeos, ha contaminado todas las esferas, pues hasta personas revestidas de autoridad, como alcaldes, legisladores o funcionarios públicos, también incurren en los irrespetos.
En un episodio reciente, el director de un distrito municipal interfirió la labor de un agente de tránsito, forcejeó con él y terminó recibiendo un tiro de respuesta en el estómago.
En otro episodio, un diputado ultraja y agrede con violencia a una raso de la Policía y un fiscal, y una sala de la Suprema Corte de Justicia apenas le condena a una multa de 3,500 pesos y tres meses de prisión suspendida.
Si la justicia, cualquiera que sea la razón, se presta para actuar con paños tibios frente a agresiones de ese tipo, la señal que mandará a la sociedad es la de que todavía persisten espacios de impunidad y cero consecuencias para los abusadores e irrespetuosos de la autoridad.
Sería entonces el colmo que llegáramos a una situación así, en un momento en que la propia sociedad siente en carne viva los efectos de una descomposición moral que rápidamente corroe sus principales valores.