EDITORIAL
A merced de Fiona
Con la definida trayectoria que muestran los radares meteorológicos, el país quedara hoy a merced, inevitablemente, de los impactos del huracán Fiona.
Como sucede siempre, los fenómenos de este tipo dejan una estela de destrucción de viviendas, cultivos, infraestructuras de servicios y muertes.
Pese a que la ciudadanía y las autoridades de socorro han acumulado años de experiencias enfrentando tormentas y huracanes, la recuperación de los daños siempre resulta onerosa para el Estado y la sociedad.
Solo podemos minimizarlos si los ciudadanos cumplen estrictamente las reglas de la prevención y la protección de vidas y propiedades en la medida de sus posibilidades.
Es crucial, antes, durante y después del impacto del huracán que las autoridades se muestren rápidas y eficientes en la remediación de los daños, también en la medida en que lo permitan los recursos y las circunstancias.
Ya Fiona ha causado una importante cadena de daños en islas caribeñas y no podemos subestimar su capacidad de ataque y destrucción en nuestro territorio.
Afrontemos con entereza, máxima precaución y sentido de la prudencia esta nueva amenaza de la naturaleza, cumpliendo atentamente las instrucciones de las autoridades del Centro de Operaciones de Emergencia.
¡Y que Dios nos proteja a todos!