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El chiquero de la extorsión

La práctica de retener vehículos por parte de la autoridad de tránsito ha provocado, desde hace años, un cúmulo muy grande en los improvisados centros de retención.

Miles de motocicletas, autos, camionetas y camiones sucumben a la intemperie en estos chiqueros porque agentes de tránsito dispusieron que había que sacarlos de circulación.

La retención dio lugar a una gigantesca y encadenada extorsión de choferes y motociclistas que se empeñaban en recuperar sus vehículos.

El resultado no podía ser otro: Miles de estos automotores se corroen principalmente en el Canódromo de la avenida Monumental, porque los propietarios no han podido recuperarlos.

Como en otras ocasiones, ahora el Instituto Nacional de Tránsito y Transporte Terrestre (Intrant) acaba de dar un plazo de noventa días a los propietarios para que –papeles en mano- vayan a retirar los vehículos.

Quienes no lo hagan, según el Intrant, se exponen a que sus vehículos sean subastados por el gobierno.

La mayoría de los vehículos retenidos se ha hecho de forma arbitraria y capciosa por parte de los agentes de tránsito, lo que se evidencia por el hecho de que no hay sometimientos por robo ni ilícitos semejantes.

Descongestionar los centros de retención es una medida correcta que debe ser complementada con una observancia estricta de la ley para evitar abusos y nuevos congestionamientos.

La autoridad del tránsito debe privilegiar el orden en el uso de las vías, la seguridad de conductores y peatones, y olvidarse de que la represión es su principal misión.

Los ciudadanos necesitan ir por calles y avenidas fluidas, con agentes facilitando el tránsito, no verdugos imponiendo su autoridad para cobrar impuestos y fastidiar la vida de la gente.

Así es que el ciudadano quiere vivir hoy.

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