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EDITORIAL

El desmadre de Haití

Que Haití tiene graves problemas de alimentación, salud, vivienda, empleo, educación y falta de instituciones para atacarlos, es una vieja historia.

Que después de años de sufrimiento, tragedias y misiones de ‘ayuda’ de otras naciones, esos problemas solo se han agravado, también lo sabemos.

La miseria de Haití y su prolongación en el tiempo han sido posibles porque a falta de un liderazgo nacional responsable que imponga orden y respeto, la comunidad internacional se ha cruzado de brazos.

Desde julio de 2021 cuando fue asesinado en su cama el presidente Jovenel Moïse, los haitianos viven en una escalada de crímenes sin precedentes.

Las bandas armadas de saqueadores y asesinos primero arrodillaron a la Policía haitiana que es incapaz de confrontarlas y ahora se baten entre sí para tener el control de todo lo que se mueve en el país.

Si el mundo continúa indiferente ante el poder de las bandas que desmadra a Haití con ríos de sangre, que nadie se sorprenda cuando el fenómeno se expanda a todas las naciones vecinas.

El peligro mayor se cierne sobre nuestro país, que históricamente ha cargado con el mayor peso de la tragedia haitiana y “los amigos de Haití” ni siquiera lo reconocen.

Al contrario, cuando el gobierno adopta alguna medida para contener el flujo millonario de ilegales, las críticas y las amenazas afloran de inmediato.

Sin menoscabo del respeto a los derechos humanos, todos los dominicanos estamos obligados a defender nuestra nación al precio que sea y sin aceptar chantajes de quienes nada hacen para salvar a Haití.

Con un vecino despedazado y una comunidad internacional indiferente, el peligro que se cierne sobre nuestra soberanía es real e inocultable. Que lo tengan claro los dominicanos.

La semana pasada LISTÍN DIARIO pidió abiertamente una solución internacional de fuerza para aniquilar las bandas en Haití. Ayer lo hizo también el periódico The Washington Post, en la misma sintonía.

No hay otra solución que limpiar Haití de las bandas armadas. Retrasar esta decisión solo garantiza que será más costosa tanto para los organismos internacionales como para el propio pueblo haitiano.

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