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Tapones como prueba de fuego

Editorial

Uno de los problemas más angustiantes para la vida de los capitalinos es el taponamiento del tránsito.

Este es un malestar social que, aunque tiene décadas, ha llegado ahora a niveles dramáticos.

Las dificultades para cruzar la ciudad o movilizarse en ella, ponen en evidencia el fracaso de las autoridades para mitigarlas.

Con la aprobación de la Ley de Tránsito, hace cinco años, surgió la esperanza de que el caos en las vías públicas pudiera ser superado, pero no ha sido así.

Los ciudadanos siguen pagando un alto precio para circular por avenidas, calles y carreteras porque faltan políticas certeras y autoridades con poder para imponer el orden.

El resultado es funesto: accidentes con saldo de muertes récord en América, derroche de combustibles importados, pérdida de tiempo, estrés, peleas e inseguridad pública.

Ojalá que el nuevo director del Instituto Nacional de Tránsito y Transporte (Intrant) pueda concentrar su capacidad y talento en la solución de este caos.

LISTÍN DIARIO cree que el camino correcto para paliar los tapones es dedicar preferentemente a los agentes del tránsito a la tarea de ayudar a la circulación vial. Porque, hasta ahora, luce que el éxito de un agente de tránsito se mide por la cantidad de multas que coloca a los conductores y los vehículos que retiene.

El Intrant tiene que definir si tira sus hombres a la calle a cobrar multas o si los dedica a facilitar el tránsito para que las ciudades sean más amigables para la gente y las vías transitables.

El reto del nuevo director del Intrant está a la vista y sin duda su gestión será evaluada por los resultados que logre enfrentando a este toro de Miura.

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