Las mujeres, en franca desprotección

Los feminicidios de las últimas semanas tienen un punto en común: las víctimas habían denunciado con tiempo las amenazas de muerte de sus ex parejas, pero las autoridades nunca las protegieron.

Esta es la prueba más tangible, pero dolorosísima, del estado de indefensión, impotencia y vulnerabilidad en que se encuentran hoy muchas mujeres en trance de conflictos familiares.

Lo peor es que, habiendo denunciado por vías formales, los acosos y amenazas de sus parejas o ex parejas a causa de rupturas matrimoniales, los crímenes terminan ejecutándose, a veces con más víctimas inocentes. Una de las debilidades del sistema de protección es que las órdenes de alejamiento del potencial agresor o asesino no se canalizan por vía directa, es decir, hacia el denunciado, sino que se la entregan a la denunciante para que esta sea la mensajera.

Tremendo error.

La otra falla es que, por lo visto, en muchas oficinas para la atención de esas denuncias, no las toman con la debida seriedad y no activan, por tanto, los mecanismos de alerta y prevención, mucho menos de protección.

En la medida en que las mujeres en conflicto con sus parejas o ex parejas sigan desguarnecidas de esas medidas cautelares, aquí habrá más feminicidios.

Porque desde el momento en que un individuo hace patentes sus intenciones violentas, lo primero que debe hacer la autoridad es decretarle una cuarentena de vigilancia y tratamiento.

Ya que, sin dudas, estamos ante señales tempranas e inequívocas que descubren el desajuste mental de los individuos que amenazan, dignas de tomar en cuenta para actuar con prontitud, antes de que materialice sus macabros planes.