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¡Guerra declarada!

Sin dudas, el presidente Abinader le ha declarado la guerra al narcotrafico, al que ya su gobierno ha dado contundentes golpes enajenándole más de 60 toneladas de drogas en veinte meses. Y ahora dirige la ofensiva hacia los estratos intermedios y bajos de ese negocio, tratando de romper los tejidos y cordones umbilicales del microtráfico de drogas, bastante generalizado en todo el país.

Debe de estar consciente de que el entramado del narcotrafico solo funciona con un bien pagado contubernio con autoridades civiles, policiales, militares, judiciales y caciques politicos , lo que obliga a librar la guerra en varios frentes.

El presidente dijo que el histórico nivel de decomisos de drogas, 61 toneladas, más que la cantidad incautada en veinte años, es una muestra de que en su gobierno “no hay complicidad” con los narcos y que los recientes episodios sangrientos “son coletazos “ derivados de esa confrontación.

“Le hemos dado y le vamos a seguir dando…a nivel alto y ahora también a nivel bajo”.

Más clara no pudo haber quedado esta determinación. La sociedad debe apoyar sin reservas esta decisión si quiere liberarse de este flagelo que no solo corrompe la institucionalidad y las entidades oficiales sino que es fuente de perversión social, de criminalidad y de viciosidades.

El presidente también está consciente de los riesgos de esta lucha. “Aqui no hay temor a nadie, de ninguna manera, y lo vamos a enfrentar hoy, mañana y dentro de dos meses, y vamos a llevar a todos a la justicia, no importa lo que quieran hacer”.

Obvio que cada acción trae una reacción. Y como ha ocurrido en otros países donde los gobiernos han emprendido esta guerra, los narcos responden con líneas duras: terrorismo, asesinatos y atentados, para contrarrestar la ofensiva.

Con los golpes desestabilizadores que el gobierno ha dado a través de un fino trabajo de inteligencia del Centro de Información y Coordinación Conjunta (CICC) de la Dirección Nacional de Control de Drogas, el narco entra en reflujo, como cuando implosiona la ratonera, y sus agentes y sicarios disparan en la retirada y se pelean entre sí por llevarse lo que quede del botín.

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