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REFLEXIONES DEL DIRECTOR

Tirar las balas a todas horas

Tirar balas todo el día significa, en el argot de los periodistas digi­tales, difundir noticias y actualizarlas con la mayor fre­cuencia en un mismo día hasta que un hecho relevante sea cono­cido en su plena dimensión.

Cuando esto ocurre, es decir, cuando la noticia ha corrido mu­cho en las plataformas digitales ¿qué les queda a los medios im­presos por informar mañana a sus lectores?

Estas son parte de las realida­des del nuevo ecosistema de la información que obligan a todos los medios, sean impresos o di­gitales, a reinventar sus maneras de llegar hasta sus públicos habi­tuales para no perder audiencias.

En el caso de los impresos, la turbulencia noticiosa de las re­des los obliga a un ejercicio de depuración o, digamos, sedi­mentación de los contenidos del torrente diario para extraer sus elementos de valor y consolidar­los en una buena apuesta infor­mativa.

De tantas balas (noticias) que se disparan a diario por las vías digitales, parecería que no queda nada por cubrir periodísticamen­te. Pero pensar así, es un error.

Porque ya, con las audiencias bien segmentadas e identificadas en sus preferencias y hábitos de consumo, es posible segregar las partes relevantes de un aconteci­miento y producir un reportaje o crónica contextualizada, descu­briendo otras aristas del hecho, y dándole a cada segmento lo que realmente les interesa.

Pero hacer esto no es fácil, por­que los medios impresos respon­den a un sistema de trabajo que comienza desde temprano en la mañana organizando las búsque­das noticiosas y el resto de las ho­ras formateándolas con los datos recogidos hasta el momento.

Si se trata de una noticia de relevancia nacional o internacio­nal que está en plena evolución, la responsabilidad del impreso es definir sus aspectos singulares, causas y antecedentes y ofrecer en la edición de mañana una his­toria lo más acabada posible de su impacto.

Esta presión de las platafor­mas digitales ha hecho cam­biar los modelos tradicionales de trabajo en la redacción, don­de la mayoría de sus redactores tiene que producir para ambas, con dinámicas y velocidades di­ferentes.

Imagínese lo retador que está resultando este trabajo.

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