SOS por Miraflores
Miraflores surgió como un pequeño sector residencial en un cuadrante menor de dos kilómetros cuadrados, pero ha tenido la desdicha de transformarse, por culpa de otros, en un infierno.
Sus pocas calles han sido utilizadas como atajos por las guaguas voladoras, camiones y todo tipo de vehículos para eludir tapones en tres de las avenidas que circundan el sector: La Máximo Gómez, la 27 de Febrero y la Kennedy.
Eso significa que sus residentes no pueden salir a pasear a pie o sus niños jugar en las calles los fines de semana, como era usual en los tiempos en que, de verdad, era un residencial.
Ahora las calles están congestionadas por el doble parqueo de vehículos. La zona ha sido arrabalizada por cocinas y mesas de bares o colmadones, el ruido es permanente y, para colmo, el servicio de la recogida de basura es un desastre.
Las aceras y la calle que da acceso al Centro de Rehabilitación se tornan infranqueables porque grandes patanas o camiones cargan o descargan mercancías y las personas con discapacidades físicas no pueden moverse en sus sillas de ruedas. La autoridad municipal ni la que controla el cumplimiento de las normas del tránsito, han actuado para resolver esta calamidad.
Han hecho promesas de intervenir eficazmente, pero de ahí no han pasado.
El resultado es que Miraflores se ha convertido en un perímetro invivible. Y eso parece que solo les duele a sus residentes, a más nadie.
¡Qué penoso!