Con la vacunación no podemos fallar

Toda la estrategia razonable para enfrentar el Covid descansa en la vacunación de la mayoría de la población.

Por lo tanto, es de la más alta prioridad para la salud ciudadana que la vacunación abarque a la mayoría.

Y, para lograrlo, se requiere de una combinación de ejercicio de autoridad y conciencia ciudadana, ambas en franco déficit a todo lo largo de la pandemia.

El gobierno puede ejercer su autoridad aplicando las dosis correspondientes a los escolares desde seis años en adelante, en este período de clases.

Y lo mismo con todos los servidores públicos, a los que se les ha requerido presentar sus tarjetas de vacunación para poder asistir a sus instituciones.

Igual para condicionar los procesos de adquisición o renovación de documentos, como las licencias de conducir, las de armas, los pasaportes, las matriculaciones en universidades y otras academias, entre otros trámites.

En esto también deberían ayudar las empresas e industrias privadas con su personal, ya que estamos todavía bastante lejos de llegar a la meta del 70 por ciento de la población con tercera dosis.

Las vacunas no evitan el contagio, pero sí los graves efectos y hasta el riesgo de muerte de los pacientes que no padecen comorbilidades serias.

Y, obviamente, que se requiere de un mayor esfuerzo promocional del gobierno, hablando claramente de los pros de las vacunas y desplegando el máximo de equipos para llevar la vacunación hasta el último rincón de nuestro territorio.

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