EDITORIAL

¡No puede claudicar!

Es muy firme la determinación del presidente Luis Abinader de librar la batalla de la seguridad ciudadana, permanentemente amenazada por los delincuentes y mafiosos que han encontrado cancha libre para sus fechorías.

Las distintas iniciativas que ha tomado su gobierno, que abarcan también la reforma de la Policía Nacional y planes antidelictivos focalizados en distintos puntos del país, sintetizan una de las más sentidas aspiraciones de la sociedad.

Y así como la delincuencia y el raterismo hacen olas al amparo de una combinación de contubernio de autoridades y flojedad de la justicia, así el narcotráfico y otras formas del crimen organizado también han encontrado espacios para su expansión, bajo esas mismas sombrillas.

En este último aspecto, la existencia de un ministerio público independiente, cuyas acciones no son interferidas por el Presidente, ha contribuido a que por primera vez en la historia se den golpes contundentes en el espinazo de sus ilícitos negocios.

Y lo mismo puede decirse de la política de “tolerancia cero” contra la corrupción administrativa, bandera relevante de sus promesas electorales, que ya ha logrado llevar a la cárcel a personajes que parecían intocables, tanto de fuera como desde dentro del gobierno o del propio partido oficial.

Al hablar en Nueva York en uno de los actos de su actual visita oficial, el Presidente mostró el vigor y la firmeza de sus intenciones para erradicar estos flagelos sociales. Como lo hubimos de decir en un editorial, el presidente se la juega en serio.

De ahí la necesidad de que él sienta que la sociedad lo apoya en esta crucial batalla por el adecentamiento del ejercicio del poder y la erradicación de las mafias, chiquitas o grandes, a las que su gobierno golpea con fuerza.

Ni él ni la sociedad pueden claudicar.

Este es el momento histórico de romper con un esquema de impunidad y complicidades y de no permitir que esas hidras del mal vuelvan a levantar sus innumerables y venenosas cabezas.

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