Santo Domingo 19°C/21°C clear sky

Suscribete

El Estado contaminado

La implicación de funcionarios, legisladores, alcaldes y regidores en actos dolosos, muy recurrentes por cierto, ha puesto en evidencia las llagas latentes de un Estado contaminado.

Su papel corrosivo en esas esferas, a las que llegan trepados en la maquinaria de la compra de votos de electores o por espléndidos favores a políticos en campaña, le está haciendo un daño silente a la democracia, en concreto a uno de sus más importantes pilares, el sistema de partidos.

Este sistema de partidos ha quedado flagelado profundamente por dos razones fundamentales: porque han devaluado sus principios o convicciones democráticas y porque abandonaron los filtros y las normas que los protegían de las maniobras intrusivas de los maleantes.

Las fichas del narco están y se mueven en todos los tableros del poder, civil y militar, ganándole la partida a la justicia y la institucionalidad.

Los ámbitos más preferidos y seguros para infiltrar y ganar más poder e influencia son el Congreso, las instituciones armadas y las cúpulas de los partidos más importantes, sin descartar la opción de hacerlo por vías más rápidas: con las familias o allegados de un presidente de la República, o directamente con él.

Y todo esto es posible porque todavía en el país no se aplican sistemáticamente pruebas antidoping para aspirantes a posiciones electivas ni para cargos en el gobierno.

Ni se rastrean antecedentes o fichas de actos delictivos o repugnantes, dejando así las puertas abiertas a la penetración de todo tipo de crápulas en los estamentos del Estado.

Los ejemplos, por pilas, están a la vista de toda una sociedad que ya ni siquiera se escandaliza.

Estas permisividades y estas impunidades, allanan el camino del martirio de la democracia y, a futuro, la podredumbre del mismo Estado dominicano.

Tags relacionados